Con recursos públicos se pagaba, por ejemplo, la construcción de hospitales privados y una vez concluidos –si en realidad sucedía– el gobierno anualmente paga una millonada a los empresarios involucrados en este tipo de proyectos, con lo que a la larga resulta más caro el caldo que las albóndigas. Y el esquema se reprodujo en todos los ámbitos: plantas de generación eléctrica, gasoductos, carreteras y lo que se ocurra, en un inagotable inventario de obras particulares financiadas con recursos del Estado. Contratos leoninos por doquier.
De nueva cuenta el presidente López Obrador abordó el tema de las asociaciones público-privadas en tiempos neoliberales. Se enfocó en la construcción de 12 hospitales, pero sólo dio puntual cuenta de nueve: seis con Peña Nieto, dos con Calderón y uno con Fox, financiados por el Banco Nacional de Obras y Servicios (Banobras, institución del Estado mexicano) y con pagos anuales multimillonarios (cerca de 6 mil millones de pesos) hasta por 25 años.
Estas obras contaron con flujo permanente de recursos públicos, lo que contrasta con uno de los saldos negros del gobierno peñanietista: 307 hospitales del Estado “abandonados durante la administración anterior por distintas razones”, de acuerdo con la denuncia (mayo de 2020, en plena pandemia) del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell. Más de la mitad de ese inventario se localiza en Oaxaca, Veracruz, Jalisco, Guanajuato, Michoacán y Guerrero.
Por ello, el gobierno federal se dio a la tarea de recuperar dicho inventario, y en apenas dos años más de la mitad estaba en operación. El director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Robledo, informó (agosto de 2022) que “concluyó la rehabilitación de 180 hospitales y centros de salud que tenían obras inconclusas, abandonadas o con alguna situación que no permitía su avance, para lo cual invirtió 11 mil 536 millones de pesos, como parte del plan de infraestructura del Instituto de Salud para el Bienestar en entidades donde se atiende a personas sin seguridad social”.
En contraste y gracias a las asociaciones púbico-privadas firmadas en los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto (es decir, los citados nueve hospitales –dos del IMSS, cuatro del Issste y tres de la Secretaría de Salud, con un total de mil 767 camas), de las arcas nacionales deberán salir alrededor de 100 mil millones de pesos sólo para pagar los contratos leoninos, lo que implica un monto casi 10 veces mayor al utilizado en la rehabilitación de 180 hospitales del gobierno federal. Así se las gastaban en el régimen neoliberal.
Por ello, el presidente López Obrador reiteró: “a nivel central, en lo que es el sector salud, todavía no terminamos de limpiar. Ahora estamos viendo cómo revisamos contratos o de plano compramos 12 hospitales (si no quieren, ya es otra cosa) que hicieron empresas privadas y le rentan al gobierno; son hospitales a los que se paga anualmente por el servicio, y esos contratos son perjudiciales para la hacienda pública, es decir, se afecta la economía del pueblo. Son buenos negocios para estos empresarios, pero muy malos para los mexicanos; se paga muchísimo”.
Así es: con dinero público los privados construían y al gobierno federal “ofrecían su servicio” a precios exorbitantes, descaradamente inflados, “y si uno hace las cuentas, resulta que lo que se paga en un año por esto alcanzaría para hacer, en tres años, los nueve hospitales. Esto es lo que los tiene muy molestos; así funcionaba el sistema de corrupción, influyentismos, privilegios: políticos, dueños de medios de información, que tienen actas constitutivas, empresas que pueden vender desde un tornillo hasta un helicóptero, o construir desde una casa, una unidad habitacional, hasta un aeropuerto, todo, y les daban contratos”.
En el caso estatal es igual: “quebraron a muchos estados. Hay un hospital en el estado de México, el de Zumpango, que lo hizo Grupo Higa (consentida de Peña Nieto). Lo autorizó el Congreso local y por ese hospital le entregan a Higa como 200-250 millones anuales por 25 años. Y son 125 camas. ¿Cuánto costaba cuando se construyó? Cuatrocientos millones, cuando mucho, pero pagando 200 millones por 20 años, más intereses, creo que 6 mil millones de algo que costaba 400. Vamos limpiando. Entonces, si regresan los corruptos, ¿qué esperanza para los mexicanos y para las nuevas generaciones?”
Las rebanadas del pastel
Requisito ineludible para los candidatos de la oposición: amparo bajo el brazo, que para eso están los jueces amigos.
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