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Política

2023-07-13 06:00

Zozobra en la familia de Luis Martín Sánchez tras dejar su terruño

Los indicios señalan que alguien en quien Luis Martín Sánchez confiaba, y seguramente conocía a toda la familia, lo entregó a sus homicidas.
Los indicios señalan que alguien en quien Luis Martín Sánchez confiaba, y seguramente conocía a toda la familia, lo entregó a sus homicidas. La Jornada
Periódico La Jornada
jueves 13 de julio de 2023 , p. 5

Unos cuantos papeles en las manos. Algunas bolsas con apenas lo indispensable: identificaciones, si acaso la tarjeta de débito, algunas monedas y billetes. Hubo que salir rápido. Abandonar la tierra, la casa donde crecieron los hijos y corrían los nietos.

Así partió la familia de Luis Martín Sánchez del terruño, de San Miguel, una población rural como existen cientos en México, con pobreza, bajo nivel escolar, falta de empleo, que obligan a muchos a migrar a Estados Unidos, aunque hay quienes se quedan a sembrar la tierra o cultivar árboles frutales. Y entre ellos, el que fuera durante dos años corresponsal de La Jornada, hijo de un reconocido profesor en la entidad y que desarrolló durante 30 años su carrera de periodista en territorio nayarita.

Su esposa, hijos y nietos prácticamente salieron de la comunidad de San Miguel, municipio de Acaponeta, con lo que llevaban puesto el lunes, un día después del sepelio de Luis Martín.

Investigar en solitario

Experimentados periodistas de Nayarit lo recuerdan como un reportero al que le gustaba investigar, buscar detalles, trabajar en solitario y hablar poco de sus temas exclusivos, como lo hizo con uno de los más recientes, las granjas acuícolas en Nayarit y que envió al premio estatal de periodismo.

Para algunos de sus compañeros llegar hasta esa zona de las granjas de camarón “es complicado. Se dice que hay grupos de ‘interés’ que no quieren que nadie se acerque. Es un área de manglares peligrosa por los interese que allí se juntan”.

Hay informadores nayaritas que creen que lo sucedido con Luis Martín es un “mensaje en general para que no se hagan más investigaciones”. Otros creen que el homicidio del corresponsal de La Jornada fue una trampa que le tendieron para que no publicara algo que durante largo tiempo había estado indagando. Tenía almacenada toda la información en su computadora y un disco duro que resguardaba en su casa de la zona conocida como Armadillo y que desaparecieron.

En ese domicilio el periodista dejó rastros que alertaron a su familia de que algo grave la había sucedido. También hallaron señales que su familia entendería: Luis Martín no terminó de cenar. En la mesa quedó un plato con un sándwich intacto y un vaso en el que había bebido agua. El periodista suspendió lo que estaba haciendo y fue a abrir la puerta a alguien que consideraba de confianza.

Luis Martín “sólo invitaba a su casa a quienes consideraba sus amigos o se había ganado su confianza”. Las investigaciones de su asesinato no han localizado huellas de que estuvieran forzadas las cerraduras o “escalamiento de paredes”, informó el fiscal nayarita, Petronilo Díaz Ponce Medrano.

Fuera del estado, rumbo desconocido

Tras el asesinato, las autoridades ofrecieron seguridad a la familia de Luis Martín. Sólo les dieron un botón de pánico. Respecto de una estrategia de vigilancia, les indicaron: “Las patrullas que estén cerca harán rondines”. Pero la estación de policía más cercana a San Miguel está a 15 kilómetros, en Acaponeta. El principal centro de gobierno, a 120 kilómetros, en Tepic.

Las calles de la comunidad en su mayoría están sin asfaltar. Sólo hay unos 600 habitantes. Ninguna patrulla custodió la zona ni antes, durante o después del sepelio de Luis Martín.

El lunes tuvieron que viajar a Tepic, porque estaban citados a las nueve de la noche a comparecer ante la Fiscalía General de Justicia de Nayarit (FGJN). El viaje de San Miguel a la capital nayarita lo hicieron sin acompañamiento policial.

El interrogatorio duró hasta las cinco de la mañana. Un par de patrullas los escoltó hasta un domicilio en Tepic. Una vez que ingresaron al mismo los uniformados se retiraron. A esa hora tuvieron que buscar tacos y hamburguesas, porque no se les ofrecieron alimentos durante su estancia en la FGJN. Dos de los parientes de Luis Martín caminaron varias calles, solos. Con la promesa de que si algo les llegara a pasar, accionando el botón de pánico alertarían a las autoridades.

En Tepic el Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación les ofreció instalar cámaras de seguridad en sus domicilios. Pero el temor de que una persona de confianza de Luis Martín lo hubiera traicionado y lo hubiera “puesto” a sus victimarios, hizo que aceptaran la propuesta de “extracción”, esto es, dejar el estado.

Los ubicarán –les informaron– en un sitio donde nadie los conozca y tampoco ellos conozcan a nadie. El reto para la familia del periodista, es “qué vamos a hacer el día de mañana: sin trabajo, sin que los hijos puedan acudir a la escuela, siendo desconocidos”. Por lo pronto salieron del terruño, temerosos de ser víctimas de quienes asesinaron al corresponsal, porque los indicios señalan que alguien en quien él confiaba y seguramente conocía a toda la familia, lo entregó a sus homicidas.

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