México encontró la salida a su propio laberinto. Mientras Estados Unidos miraba al precipicio en San Diego, los goles de Henry Martín y Luis Chávez daban un paso a la credibilidad del proyecto de Jaime Lozano con una contundente victoria sobre Jamaica (3-0) en las semifinales de la Copa Oro.
Bajo el silencio y la atenta mirada de Jimmy, el juego del Tricolor estuvo en manos de jugadores que ahora parecen hacer movimientos de memoria. Apenas a los dos minutos, Jesús Gallardo le hizo creer al jamaicano Bobby Reid algo distin-to de lo que pensaba y dejó solo a Henry con un centro raso por la banda izquierda para abrir el marcador.
En países con tradición futbolera, los partidos de eliminación directa habitan la ilusión, el miedo y todas las pasiones humanas. Para una selección que volvió del Mundial en primera ronda, la serie de ano-che era un buen simulador de lo que puede deparar el futuro. En medio de los festejos, la imagen de Lozano, abrazado por su cuerpo técnico, puso en valor su ciclo sin una gota de resentimiento hacia el pasado.
Tan remota y misteriosa suele ser la Concacaf que Jamaica, un rival que se perfilaba peligroso por su velocidad y contragolpe en espacios abiertos, pasó a convertirse en un ensayo dócil con miras a la final. En esta clase de escenarios, hay elementos a los que les gusta ser goleadores, aunque pasen la mayor parte del tiempo lejos de la portería. Uno de ellos es Luis Chávez.
Como un retrato del gol ante Arabia Saudita en el Mundial de Qatar, el mediocampista del Pachuca to-mó la pelota en un tiro libre y la mandó al ángulo del arco de Andre Blake, demostrando que pue-de trascender geografías (30). En un primer tiempo jugado por nota, el Tri volvió a sentirse un equipo unido, feliz y necesitado de gloria. Sus números no dejaron nada suelto en el Allegiant Stadium.
Con un espectacular tiro desde afuera del área, Luis Chávez marcó el segundo gol tricolor. Foto Ap
Después de transitar en un clima de mucha presión, los murmullos en las gradas de miles de aficionados dieron paso a una consigna de apoyo incondicional. Aunque hubo momentos en que los jamaicanos forzaron un par de lances de Guillermo Ochoa, el grito de “¡México, México!”, se escuchó con fuerza en Las Vegas pese a la baja demanda de boletos. Si la casa de los Raiders tiene una capacidad para 65 mil espectadores, el sonido local anunció la entrada de menos de 39 mil.
En menos de un mes en el banquillo, Lozano reunió el coraje necesario para dejar atrás la eliminación en primera ronda del Mundial, las derrotas contra Estados Unidos (Liga de Naciones y la pasada final de Copa Oro) y la salida del técnico argentino Diego Cocca. Le bastó rodearse de elementos que ya conocía desde los Juegos Olímpicos de Tokio para salir de un laberinto que parecía interminable.
El 3-0 de Roberto Alvarado, en tiempo de compensación (90+3), llevó al Tri de vuelta a la final por tercera vez consecutiva. Ahora, su siguiente y último rival será Panamá el domingo en el SoFi Stadium, sede de los Chargers y Rams de Los Ángeles, para obtener de nuevo el trono de la Concacaf.