Luego de haber sido inundado el país con anuncios espectaculares de los tres principales aspirantes a la candidatura cuatroteísta de 2024, en Palacio Nacional se produjo ayer un cuidado movimiento de reversa que, además de procurar que el corcholatismo prémium se desmarque con discutible oportunidad de las críticas al despilfarro propagandístico (no sólo en ese tipo de anuncios), permitirá a la máxima voz del morenismo reprobar las eventuales prácticas similares que llegaran a hacer los precandidatos del llamado Frente Amplio por México.
Las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador fueron tardías (los espectaculares, las bardas y los onerosos actos masivos llevan largas semanas) y comedidas (no cargó la tinta para individualizar a responsables), pero rápidamente atendidas por el presidente del partido, Mario Delgado, quien llamó a los aspirantes a deslindarse “pública, política, financiera y jurídicamente” de tales propagandas visuales.
Delgado aprovechó el viaje para formalizar la coartada de culpar a los “seguidores” de esos aspirantes, a los quedabién, como presuntos motores individuales y autónomos de la escandalosa campaña de espectaculares en las que destacan, en ese orden, Adán Augusto López Hernández (quien desde finales de junio aseguraba que presentaría denuncias contra quienes estuvieran colocando tales anuncios) y Claudia Sheinbaum (que fue la primera en asumir ayer las instrucciones mañaneras), con Marcelo Ebrard distante de los punteros, en tercer lugar (con el pretexto de un libro cuya editorial desmintió que fuera la contratante de los espacios publicitarios).
A la par de las preocupaciones tácticas, de índole electoral, que motivaron la fijación de línea presidencial contra los espectaculares, y de la carambola buscada contra los opositores, convendría al morenismo en campaña evitar la inyección de enormes recursos que literalmente saltan a la vista en movilizaciones, propaganda (no sólo los espectaculares) y equipos de trabajo que incluyen a asesores costosos.
En esta columna se ha insistido durante años en el pernicioso efecto de los “inversionistas” en campañas y procesos electorales que desde tesorerías gubernamentales, charolas empresariales, portafolios de clarísimo origen oscuro y “apoyos” en especie condicionan el ejercicio de quienes resultan electos a los intereses de esos patrocinadores. No es una historia nueva ni infrecuente: todo lo contrario. Ayer y hoy.
Astillas
En la Mañanera se caracterizó a las movilizaciones del lunes en Chilpancingo a partir del cártel llamado Los Ardillos; horas más tarde, el gobierno morenista de Guerrero dialogó, negoció y prometió obras (en términos nada claros) durante una reunión con los representantes de ese movimiento que, en reciprocidad, desactivó sus protestas. Todo ello, ¿qué quiso decir? (habría que recurrir al traductor mental de Vicente Fox en Los Pinos, Rubén Aguilar)... El tema de Xóchitl Gálvez se ha vuelto recurrente en las conferencias matutinas de prensa del presidente López Obrador, lo cual regala a la virtual candidata opositora la oportunidad de reaccionar declarativamente en medios y redes sociales y, como es el caso, de presentar denuncias judiciales: antes, por la réplica fundacional, que Palacio Nacional debió conceder y, ahora, por violencia política de género… Hubo manifestaciones de periodistas en Oaxaca, Guadalajara y la Ciudad de México en protesta por la ejecución del periodista Luis Martín Sánchez Íñiguez en Nayarit, en demanda de justicia en este caso y de atención y protección en otros que son del conocimiento de las autoridades. Pero… Y, mientras las corrientes de ultraderecha insisten en postular al ex cantante y actual productor cinematográfico Eduardo Verástegui como candidato presidencial independiente, contra la “derechita cobarde” y la “comunista” Gálvez, ¡hasta mañana, con Enrique Alfaro visitando a AMLO en Palacio Nacional!
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