Mario Delgado, cabeza oficial de Morena, iniciará su campaña rumbo a la candidatura de su partido para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México el mes que viene.
No exageramos, cuando menos así lo ve la militancia de Morena, que no está muy de acuerdo con Delgado ni con su quehacer dentro del partido y que hasta ahora ha privilegiado la unidad por encima de sus pareceres, pero hoy protesta porque Delgado busca lanzar su campaña disfrazada de una credencialización a la militancia.
Delgado ya intentó, al final del mandato de Marcelo Ebrard, calificar como posible candidato a la jefatura de Gobierno, pero entonces, cuando parecía que las estrellas se alineaban en su favor, vino la decisión de apoyar a Miguel Ángel Mancera, y se le hizo a un lado.
Hasta donde logramos saber, fue Manuel Camacho quien le pidió que desistiera de su empeño y en cambio le prometió un lugar en el Senado de la República, cosa que sucedió y que apartó a Delgado de la problemática de la capital del país.
Ahora, animado por la supuesta decisión de la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, principalmente, de abandonar la competencia, Delgado se lanza a conquistar un lugar en la lista de “los que quieren” y para ello jala de las viejas mañas como si en ellas hubiera soluciones para su ambición.
¿De qué se trata?, bueno, pues el próximo mes se iniciará una campaña de credencialización en la que Mario Delgado será la estrella que viaje por toda la ciudad en busca de afiliaciones para Morena.
En la experiencia partidista de izquierda no se puede olvidar aquella campaña de credencialización que encabezó Guadalupe Acosta Naranjo, en la que además de promoverse el personaje fue acusado por la militancia de haber hecho de aquella empresa un negocio que fastidió a los amarillos.
Es muy probable que la ciudad, por su significado en la lucha de la izquierda, necesite, más que cualquier otro lugar, una acción que refresque deseos y confirme lealtades, sí, pero lo que no se vale es que se pretenda utilizar la tarea como instrumento de proselitismo a favor de un personaje.
Y es que el asunto es fácil. Sin necesidad de recurrir a ningún acuerdo entre grupos, ni de alguna forma que le reditúe en popularidad dentro del partido, Delgado recorrerá las 16 alcaldías en las que pretende organizar 140 asambleas y juntar a un millón y afiliarlos. Nada más conveniente para alguien que se quiere trepar en la locomotora de la elección.
La estrategia, por otro lado, no parece tan terrible si de lo que se trata es de rescatar al partido en la ciudad del grupo que ha mantenido en sus manos toda la estructura partidista, y que encabeza Clarita Brugada, pero que, a pesar de los caprichos políticos que la impulsaron, no ha crecido lo suficiente para dar la batalla.
Por otro lado, las encuestas siguen favoreciendo a Omar García Harfuch, al que se tiene, por parte del grupo dominante en la ciudad, en un estuche con la leyenda “Rómpase en caso de emergencia”, y hay quien asegura que la emergencia ya llegó y que tiene que haber una solución que dé esperanzas a Morena de mantener a la capital de México en manos de la izquierda.
De pasadita
Hace un par de semanas, cuando Marcelo Ebrard concedió una entrevista a este diario, habló de la necesidad de ponerle un “segundo piso a la seguridad” y señaló la importancia de la Guardia Nacional para conseguir algunas de las metas que se deben considerar en el siguiente gobierno para continuar con la 4T.
Ayer el precandidato presentó su plan sobre seguridad –el segundo piso–, que tiene que ver con el concurso de la Guardia Nacional, y más tardó en anunciarlo que en hallar ataques en contra. El próximo lunes, según nos cuentan, presentará el de salud, en el que también involucra a la Guardia Nacional. Vamos a ver qué reacciones se dan para entonces.