Los neoliberales cancelaron los derechos de los mexicanos para convertirlos en simples mercancías (que las compren quienes tengan con qué pagar) y a los gerentes de esa mafia (disfrazados de gobiernos e instalados en Los Pinos) se les ocurrió otro filón para el gran capital: las “asociaciones público-privadas” que tomaron forma “legal” en la administración de Borolas, aunque en los hechos comenzaron en el salinato, en el entendido de que las ganancias eran para el grupo compacto y las pérdidas para el Estado. ¿Cuánto le ha costado al país esa inagotable sangría de recursos del erario?
Como botón, el presidente López Obrador denunció que “estamos viendo cómo resolvemos lo de nueve hospitales de estos público-privados. ¿Saben que nada más por seis de ellos, que ni siquiera se utilizan completamente, tenemos que pagar a las empresas de servicio 6 mil millones de pesos al año? Con esa cantidad hacemos tres hospitales, y es lo que pagamos en un año por seis, durante 20 años. Un robo… Todas esas asociaciones que se hicieron, público-privadas, todas esas concesiones han resultado un fiasco (para la nación), pero además fueron instrumentos para robar”.
Y lo anterior sólo es una muestra, porque donde se pone el ojo aparece el atraco a la nación. Como ejemplo adicional, López Obrador dijo: “hablamos de concesiones de autopistas. ¡Cómo es posible que paguemos impuestos y además cuando uno necesita un servicio tenga que volver a pagar (a los concesionarios privados)! Entonces, ¿para qué fue el impuesto? Pero lo mismo las cárceles, ¡cómo se van a privatizar las cárceles!” Súmense hospitales, gasoductos, agua, infraestructura eléctrica y petrolera (vía Pidiregas), puertos, aeropuertos y muchísimo más, en donde siempre las pérdidas las cubre el erario y los particulares se hinchan de ganancias.
Algo más: “el caso de San Luis Potosí, por ejemplo, la concesión de agua, no cumplen, no le dan mantenimiento al acueducto. ¿Y por qué mantener la concesión? Son concesiones de agua, reclusorios, hospitales. Bueno, lo del Issste, la subrogación, que las ambulancias no son de la institución, es una empresa privada; bueno, ni las camillas, los equipos, los laboratorios, todo privatizado. Estamos recuperando lo que se puede. En el caso de la industria petrolera, ya habían vendido plantas –que estamos recuperando– adentro de las refinerías, las plantas que se requieren para el proceso de refinación; entonces, se vendieron las plantas incluso de manera apresurada, porque todos estos convenios siempre se hacen en el último año.
“Otro, el mantenimiento de las carreteras, concesionado, y año con año hay que pagar y hay que estar pendiente. ¿Ahora qué opciones hay cuando uno enfrenta un problema así? Uno es cancelar el contrato y viene el pleito legal, jurídico. Con ese Poder Judicial es perderlo, perderlo. Otra cuestión es: a ver, vamos a negociar. Antes te apapachaban mucho, te serviste con la cuchara grande; pero ya no se puede, bájale una rayita y vamos a ahorrar. Así le hicimos con los reclusorios, nos ahorramos 10 mil millones de pesos, se mantuvieron los contratos, se logró que cuando se venza el contrato el edificio pase a formar parte del gobierno, porque el contrato que habían firmado al vencerse quedaba el reclusorio a cargo como propiedad de la empresa, así de leoninos los contratos. Mantenimiento de carreteras: mil millones de ahorro por año, que es lo que estamos destinando a los caminos de La Montaña de Guerrero. Y lo que estamos haciendo también es: a ver, en el caso de los hospitales: se los compramos; ya, un avalúo y te pagamos lo que valgan el edificio y los equipos”.
El mandatario no reveló a qué hospitales se refería, pero se conoce que cinco de ellos son del Issste y cuatro del IMSS, ambas instituciones saqueadas por los gobiernos neoliberales. Se localizan el estado de México, Tamaulipas, Nayarit, Chiapas, Yucatán y Tabasco. Ello, independientemente del jugosísimo negocio de la subrogación.
Y el de los hospitales sólo es uno de los muchísimos filones facilitados al gran capital por los seis gerentes neoliberales.
Las rebanadas del pastel
Ni la burla perdonan: el (amparado) prófugo de la justicia Francisco García Cabeza de Vaca se registró como “aspirante” del Frente Amplio por México, pero el panista no lo hizo de forma presencial, porque, llora el ex gobernador tamaulipeco, “soy un perseguido político”. Sí, como los del cártel inmobiliario… Otra pérdida para la República: Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, decidió no ser candidato presidencial. Qué dolor.
Twitter: @cafevega