Actualmente, México se prepara para concluir un periodo de transformación profunda y radical que ha modificado el rumbo de nuestra historia. El sueño de una auténtica democracia, donde la voz del pueblo fuera escuchada y sus demandas representadas arrancó en 2018 e impactó trascendentalmente la vida de todas y todos los mexicanos.
En el ocaso de este sexenio, el discurso público se ha llenado de recuentos y celebraciones a los triunfos de esta administración; pero también de preguntas, nuevos proyectos y posibilidades. Frente a nosotros se configura una decisión esencial para el futuro nacional: sostener la transformación. En mi perspectiva, la continuidad es un proceso activo; es decir, no basta con poner cimientos robustos, es necesario seguir trabajando constantemente para que la construcción sea firme y de resultados favorables. Bajo esa óptica, hay tres elementos indispensables para mantener vivo el proyecto de nación que se inició hace cinco años: el compromiso de los actores políticos con la continuidad, la participación activa del pueblo y dar el protagonismo adecuado a los temas más urgentes.
Estos elementos no son nuevos. Si analizamos cómo el presidente Andrés Manuel López Obrador ha gobernado el país, veremos la presencia de estos tres componentes políticos. En primer término, su compromiso con la transformación se mostró firme desde el inicio de su carrera y no cedió ante los obstáculos ni frente a los detractores. En segundo lugar, si algo nos ha enseñado esta administración es la importancia de la participación ciudadana en el avance de un país; la corrupción se alimenta en buena medida de la ausencia de rendición de cuentas. Por tanto, involucrar a las y los mexicanos en la democracia, es fortalecerla. En tercer lugar, a través de su estrategia de divulgación en la conferencia matutina, este gobierno dio el debido lugar y resolución a muchos de los temas más relevantes.
En esa línea, el nombramiento por el Consejo Nacional de Morena de una comisión especial para elaborar el proyecto de nación que profundizará la transformación el próximo sexenio, es sumamente importante. En principio, está conformado por 21 personas de los ámbitos científicos, académicos, culturales, intelectuales y ciudadanos con aportaciones relevantes. Su objetivo principal es sistematizar y redactar un proyecto de nación que dé continuidad a lo realizado. Este nombramiento es digno de celebrarse, pues los diversos perfiles podrán trabajar desde la interdisciplinariedad para garantizar que el cambio siga. Sin embargo, detecto un área de oportunidad significativa: no hay un comisionado especialista en temas laborales que tenga la sensibilidad y dirección para articular un nuevo proyecto de sindicalismo. Es inadmisible que las irregularidades y traiciones a los obreros de tantos sindicatos continúen.
Si bien en este sexenio hemos puesto puntual atención a los temas laborales, dicha estrategia debe permanecer para seguir avanzando en modificar nuestra cultura del trabajo. Es, entonces, notoria la ausencia de un compromiso activo de la izquierda mexicana para incluir y promover la participación de la clase trabajadora en la consolidación de una política laboral y salarial más justa. Asimismo, es importante cuestionar el porqué la falta de un discurso claro sobre la estrategia a seguir para proteger a las y los trabajadores en los aspirantes presidenciales. También llama la atención la carencia de algún pronunciamiento o una auténtica agenda laboral entre las propuestas y puntos centrales del próximo sexenio. Lo anterior es una señal de que aún hay mucho por hacer para lograr una verdadera reivindicación y reconocimiento al esfuerzo de millones de trabajadoras y trabajadores que, diariamente, producen riqueza y aumentan el prestigio internacional de México.
Los avances en materia laboral de esta administración que me ha tocado promover desde el Senado como presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social han sido históricos. No podemos quitar el dedo del renglón y abandonar nuestra lucha por la justicia laboral: la deuda histórica con la clase trabajadora está lejos de ser saldada. Por tanto, es necesario y primordial establecer con urgencia una agenda laboral integral y un proyecto sindical para el consolidar un mayor beneficio para el pueblo de México. En ese sentido, reafirmo mi compromiso con la lucha obrera y con la conformación de un proyecto laboral digno, que apueste por la prosperidad compartida, la equidad y el pleno cumplimiento de todos los derechos. Hoy más que nunca debemos ser críticos de las propuestas políticas para no retroceder ni perder terreno ganado. La lucha aún no termina y los retos todavía son numerosos, pero con trabajo arduo y constante, compromiso, unidad y responsabilidad caminaremos hacia una nueva cultura del trabajo que nuestro país merece.