La designación de José Ángel Gurría Treviño como director del “Proyecto de Nación del Frente Amplio por México” es toda una declaración de principios. Significa la confesión puntual de que los partidos contrarios al obradorismo buscan el retorno explícito del neoliberalismo económico más tozudo; la restauración del modelo político y económico del pripanismo, considerado desde el periodo de Miguel de la Madrid hasta el de Enrique Peña Nieto, y la recolocación de la nación y sus bienes y productos como material de entrega a grandes intereses locales pero, sobre todo, extranjeros.
No en balde ha sido motejado como Ángel de la Dependencia (extranjera) este economista que ocupó cargos relevantes con Carlos Salinas de Gortari y, sobre todo, con Ernesto Zedillo Ponce de León (con quien fue secretario de Relaciones Exteriores y luego de Hacienda y Crédito Público). Durante 15 años, además, fue secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que procesa y “armoniza” los intereses de 38 Estados para “coordinar sus políticas económicas y sociales”.
Así, mientras la atención pública se concentra en las ocurrencias y contradicciones de la empresaria hidalguense recién habilitada como aspirante presidencial, Gurría Treviño se abocará a lo importante, al tejido del plan de gobierno que buscará revertir las políticas de la llamada Cuarta Transformación y volver al predominio de los intereses de los grandes capitales, nacionales y extranjeros.
La ligereza política e ideológica de Gálvez, manejada ya con descarados criterios de mercadotecnia política, ofrece a los grandes inversionistas de Va por México (PAN, PRI y lo que queda del PRD) la posibilidad de pelear por un retorno al Poder Ejecutivo federal con una pieza sin mayor experiencia administrativa (solamente ha sido jefa delegacional en Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México) y con vocación fundamentalmente escénica. Xóchitl, pues, es la apariencia, la simplonada en primer plano; el poder real podrá estar en otro lado, en los grandes intereses económicos, en los empresarios más relevantes, en el pripanismo reconstituido, con el Ángel de la Dependencia como guía y garante.
Frente a la irrupción de la X de Xóchitl y de Claudio, los aspirantes presidenciales de Morena continúan con las rutinas ideológicamente descafeinadas a que los obliga tanto el esquema restrictivo impuesto por las directivas del partido en el poder como la obligación temporal de mostrarse sólo como eventuales correas de transmisión de una continuidad de la 4T.
La figura de Gálvez, manejada profesionalmente por los intereses que la han impuesto, ha tenido un natural impacto inmediato en segmentos de las clases medias y altas que tuvieron expectativas con la 4T, que ahora consideran incumplidas o que abiertamente han estado en contra de este proceso. Pero la habilidosa presentación del producto de temporada puede ganar adeptos en otros sectores sociales insatisfechos.
Ante ello, el morenismo o, más ampliamente, el obradorismo, deberían generar las líneas de debate ideológico profundo que vayan más allá del derroche de los anuncios espectaculares, los actos masivos con tufo a acarreo y manipulación y los discursos acartonados de prolongación sexenal.
Astillas
Édgard Sánchez, dirigente trotskista, fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores, no supo ni recuerda nada relacionado con la presunta militancia de Xóchitl Gálvez en la Liga Obrera Marxista ni en otras expresiones de esa corriente de izquierda. “Ninguno de mis camaradas de la generación la recuerda o la ubica como tal (...) habría sido muy fácil ubicar a una compañera joven en esto”. En todo caso, puntualizó Sánchez, lo importante no son estas maniobras de mercadotecnia política, el origen geográfico o las militancias pasadas, sino la colocación posterior y actual de la hidalguense, que está claramente en la derecha (https://n9.cl/5q8xck )... ¡Hasta mañana!
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