Nueva York y Washington., La Jornada: En América Latina se sigue librando una rebelión política antineoliberal.
Chomsky: Sí. En América Latina hay una larga historia de élites depredadoras fuera de control. La comparación con Asia del este es muy notable en este sentido. Países asiáticos del este importan bienes de capital mientras Brasil importa bienes de lujo. Durante su periodo de desarrollo los de Asia del este no podían exportar capital, de hecho por un tiempo en Corea del Sur había pena de muerte por hacerlo. En Brasil si uno desea otro hogar más en la Riviera, adelante. Estos son problemas serios. ¿Cómo vas a controlar a las élites depredadoras latinoamericanas que no tienen ningún compromiso con sus países –siempre están librando una guerra de clases feroz–.
Uno lo puede ver en Brasil, por ejemplo. El Congreso bolsonarista acaba de adoptar medidas que son extremamente peligrosas para Brasil y, de hecho, para todo el mundo en relación con la Amazonia. Lula, cuando regresó al poder, tenía un compromiso para frenar la destrucción de la Amazonia –lo cual es catastrófico para Brasil y el mundo por su papel en la ecología global–. Nombró a Marina Silva, una ecologista muy dedicada y comprometida para encargarse de los temas ambientales. Bueno, el Congreso ha estado limitando la jurisdicción de Silva, trasladando esos poderes a otras partes del gobierno que seguirán los intereses de la agroindustria y la minería para obtener ganancias de corto plazo a costa de destruir a Brasil. En el mundo, eso se llama negocios.
Eso es difícil de cambiar en Brasil: si vas a intentar salvar la Amazonia, tendrás que buscar la manera de superar el poder de la agroindustria y la minería, la cual no es doméstica, sino internacional. Y tienen argumentos, incluyendo a algunos legisladores del Partido de los Trabajadores: tenemos millones de personas que no tienen suficiente alimento, debemos tener crecimiento. ¿Cómo logras crecer? Vendiendo res a Europa. ¿Y cómo le vendes carne a Europa? Destruyendo la Amazonia. ¿Tienes otra respuesta a eso? Creo que sí hay algunas repuestas, pero no es nada fácil, ya que giran en torno a las estructuras institucionales.
Hoy día, hay otro intento en partes de América Latina de liberarse de este legado destructivo. Demasiado lejos de Dios, demasiado cerca a Estados Unidos… Confronta barreras mayores, tanto interna como externamente, va estar muy duro.
La Jornada: Si usted estuviera sentado con algunos de estos líderes que rechazan el neoliberalismo, qué les aconsejaría de cómo manejar a Estados Unidos?
Chomsky: Pues, en torno a Estados Unidos hay maneras de cómo intentar proceder. A escala internacional, y no sólo en América Latina, se está desarrollando un conflicto sobre dos concepciones del orden global. Una es de un sistema multipolar con lo que se llama un orden basado en la Organización de Naciones Unidas, y éste contempla varios centros de poder separados. Los [países del] BRICS, si son revitalizados bajo la iniciativa de Lula, podrían convertirse en un centro mayor de poder, especialmente con China al centro. Países como India, Indonesia, África del Sur, Brasil están trabajando lentamente en maneras de desarrollar el comercio y otras relaciones de manera independiente del sistema dominado por Estados Unidos.
Por otro lado, el sistema unipolar implica, claro, la dominación estadunidense. Ese es el conflicto mayor en camino, y uno lo puede ver de varias maneras. La invasión de Ucrania por Putin le ofreció a Estados Unidos un enorme regalo llamado Europa. Europa fue entregada a Estados Unidos como un vasallo. La mayoría de los europeos, según sondeos, apoya la posición de Macron de buscar algún tipo de independencia. Pero no las élites europeas, esas quieren bolear los zapatos de Washington. Entonces Europa está en declive tal vez, mientras Estados Unidos ha ampliado la OTAN a la región Indo-Pacífico.
El propósito es muy claro, declarado explícitamente por la secretaria de Comercio Gina Raimundo: tenemos que reclutar a Europa en nuestro esfuerzo para evitar la innovación y desarrollo económico de China. Para Europa esto es devastador, perder al mercado chino sería monstruoso, y las empresas europeas están opuestas, como también sus contrapartes coreanas y japonesas y hasta algunas estadunidenses. No desean romper con las relaciones muy lucrativas con China sólo para satisfacer el objetivo de El Padrino de evitar que China se desarrolle, lo cual es bastante salvaje cuando lo piensas, pero es una política bipartidista en Estados Unidos y nadie la puede cuestionar. Es jingoísmo enloquecido, pero es el mundo en que vivimos.
Entonces, externamente hay maneras para que América Latina proceda en direcciones algo independientes con otros centros de poder en el mundo, con China, India, Indonesia, África del Sur, entre otros.