La inflación en el mundo genera mayor desigualdad social y mayor concentración de la riqueza. Aquellos que tienen más poder económico se benefician del incremento de precios; en cambio, los pobres pierden parte de su poder adquisitivo.
La gran mayoría de la población en la economía formal vive de un salario y en la carrera entre salarios y precios, los trabajadores se quedan rezagados. En el caso de la informal sucede un fenómeno parecido, los emprendedores, los comerciantes y sus trabajadores compran más caro los insumos que necesitan, pero no pueden aumentar sus precios al mismo ritmo porque pierden a sus clientes.
Este desajuste en la economía y en las finanzas ya comienza a generar un gran descontento social en naciones pobres y a la larga se traducirá en revueltas sociales.
Por ello, tanto organismos internacionales como gobiernos tienen como prioridad controlar la inflación a través del aumento de las tasas de interés. Pero hasta el momento, esa medida no ha sido suficiente, por lo que se prepara otra ronda de aumentos en el costo del dinero.
Cuando los créditos se vuelven más caros, empresas y consumidores se endeudan menos y reducen sus compras. La mayor oferta de bienes y servicios contra una demanda reducida tiende a frenar el alza de precios.
Pero el problema de fondo es que todos los gobiernos del mundo se pusieron nerviosos con la pandemia. No se sabía hasta dónde podía llegar la enfermedad y en los países ricos decidieron emitir más dinero para hacer frente a esta crisis.
En ese periodo muchas familias acumularon recursos porque no podían comprar mercancías. Al terminar la crisis de salud, el derroche de recursos por parte de las autoridades se tradujo en un incremento de la demanda de todo tipo de bienes y servicios.
Emitir mayor circulante siempre ha sido fácil, pero retirarlo del mercado es muy complicado y tiene altos costos sociales. Por ello, los gobiernos no han retirado el dinero que emitieron en exceso.
Este fenómeno no se podrá controlar a lo largo de los próximos años, por lo que seguirá la inflación arriba de lo esperado, con altas tasas de interés, con mayor concentración de riqueza y con un aumento de la pobreza.