París. Los alcaldes de Francia expresaron este lunes su rechazo a la ola actual de violencia urbana en respuesta al duro ataque a la casa de un regidor, tras casi una semana de disturbios nocturnos que parecen empezar a remitir.
"Desde el martes, las noches son difíciles para los vecinos (…) Los sucesivos actos de violencia son inaceptables", declaró el alcalde de Nanterre (al oeste de París), Patrick Jarry, quien realizó de nuevo un llamado a la calma.
Los disturbios estallaron el martes por la noche tras la muerte de Nahel, un joven de 17 años a quien un policía disparó a quemarropa durante un control de tránsito en este suburbio de París. Un vídeo captó el momento del drama.
Hasta el domingo por la mañana, esta violencia dejó 3 mil 200 detenidos, más de 700 agentes heridos, unos 5.000 vehículos incendiados, 10 mil contendedores de basura quemados y casi 1.000 edificios dañados, detalló el ministerio del Interior.
En la región parisina, según la autoridad local de transportes, los disturbios causaron daños por "al menos 20 millones de euros", unos 22 millones de dólares, en los transportes públicos, según una primera estimación. En total, se incendiaron 39 autobuses en esa zona.
Y aunque el número de detenidos se redujo a 157 en la noche del domingo al lunes, cuando se desplegaron 45 mil policías y gendarmes, el presidente centrista Emmanuel Macron pidió mantener una "presencia masiva" en el terreno.
Para este lunes, las autoridades decidieron mantener el mismo dispositivo de seguridad, con el fin de "asegurar el retorno del orden republicano", indicó la primera ministra, Élisabeth Borne.
La Asociación de Alcaldes de Francia (AMF) había convocado concentraciones el lunes a mediodía ante los ayuntamientos de todo el país por los "graves disturbios" que atacan "símbolos" como escuelas, ayuntamientos, bibliotecas y policía municipal.
Sin embargo, para muchos políticos, el fin de semana se cruzó una línea roja con el ataque con un coche al domicilio del alcalde derechista de L'Haÿ-les-Roses (10 kilómetros al sur de París), Vincent Jeanbrun.
"La propia democracia está siendo atacada", dijo Jeanbrun a las puertas de su ayuntamiento, durante una marcha en la que participaron unas mil personas, entre ellas destacados políticos de la oposición de derecha y del oficialismo.
El alcalde estaba en la sede de su gobierno en el momento de los hechos, mientras que su esposa tuvo que huir de la casa junto a sus dos hijos, fracturándose la tibia. La justicia lo investiga como un "intento de asesinato".
Un millón de donaciones
El gobierno trata de buscar una salida a esta nueva crisis en un momento en que intentaba relanzar su agenda tras las protestas contra una impopular reforma de las pensiones, que sacudieron durante meses la segunda economía de la Unión Europea (UE).
Macron, que anuló este fin de semana una visita de Estado a Alemania, debe recibir el martes a 220 alcaldes de localidades que vivieron disturbios, tras reunirse el lunes con los presidentes de las dos cámaras del Parlamento.
Su primera ministra, Élisabeth Borne, que ya prometió "la mayor firmeza" en la aplicación de sanciones, se reunió el lunes con los presidentes de los grupos políticos de la Asamblea (cámara baja) y el Senado (cámara alta) para intercambiar "propuestas".
Los responsables de derecha y ultraderecha piden mano dura contra los autores de los disturbios, mientras que parte de la izquierda pone el foco en la responsabilidad de la policía en la actual crisis.
En este contexto, un fondo de apoyo a la familia del policía que mató a Nahel, y que se encuentra en prisión preventiva por homicidio voluntario, recaudó más de un millón de dólares.
Para Élisabeth Borne, el hecho de que la iniciativa fuera organizada por "una persona cercana a la extrema derecha (…) no contribuye" al "apaciguamiento".
La colecta indignó a la oposición de izquierda. "¿El mensaje? Vale la pena matar a un joven árabe", condenó la eurodiputada francesa de izquierda Manon Aubry, que pidió la supresión del bote.
"Dejar de vandalizar"
La violencia en Francia, que será sede este año del Mundial de Rugby y en 2024 de los Juegos Olímpicos, preocupa en el extranjero. Varios países aconsejaron a sus ciudadanos no viajar a las zonas de los disturbios.
La ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, anunció que se reforzó la seguridad de las infraestructuras que acogerán los Juegos Olímpicos.
La violencia y la ira de los jóvenes de los barrios populares recuerdan los disturbios que sacudieron Francia en 2005, después de la muerte de dos adolescentes perseguidos por la policía.
Ese año, en tres semanas, se destruyeron 10 mil vehículos, se incendiaron más de 200 edificios públicos y se detuvo a unas 5 mil 200 personas.
La abuela de Nahel lanzó el domingo un llamado a "dejar de vandalizar". "Que no rompan escaparates, que no destrocen escuelas, autobuses (…) Son madres las que usan el autobús", dijo Nadia a la cadena BFMTV.