Ciudad de México. Tanto el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que el primero de julio cumplió tres años de entrar en vigor, como su predecesor, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), han facilitado que las granjas estadunidenses “inunden” México con carne, huevo y leche, pues de acuerdo con datos oficiales, alrededor de uno de cada cuatro kilos que se consumen en el país, provienen del otro lado de la frontera norte.
El consumo de productos lácteos no ha dejado de aumentar en México y la capacidad de producción del país no ha podido seguirle el ritmo. Al grado que las importaciones representan ahora 28 por ciento del consumo nacional, de acuerdo con el estudio Nadar contra corriente, del Instituto de Agricultura y Política Comercial.
El TLCAN también desplazó el origen de las importaciones lácteas mexicanas de Nueva Zelanda y Europa, pues ahora más de 90 por ciento provienen de Estados Unidos.
El dumping abarató productos artificialmente
De acuerdo con el informe, en 1994 México sólo importaba 4 por ciento de la leche que consumía; sin embargo, la dependencia aumentó conforme se abrió el mercado, pues las prácticas de dumping por parte de Estados Unidos abarataron de manera artificial los precios de los lácteos.
Como consecuencia, las importaciones de leche de Estados Unidos a México se dispararon 450 por ciento en los primeros 12 años posteriores a la entrada en vigor del TLCAN, mientras de 2008 al cierre de 2022 se incrementaron otro 238 por ciento.
“Los precios al productor mexicano se desplomaron a la mitad con la avalancha de lácteos baratos estadunidenses, y esa tendencia continuó con otra caída de 10 por ciento desde 2005. Esto ha dificultado que los productores mexicanos puedan competir y obstaculiza los esfuerzos de la nueva administración por impulsar la producción nacional”, reporta el estudio.
Al igual que ocurre con los lácteos, el consumo de otros productos de origen animal ha ido en aumento, a medida que la dieta de los mexicanos se diversifica, lo que ha dado como resultado que las exportaciones estadunidenses de carne de cerdo se dispararon más de 700 por ciento en los 12 años posteriores a la entrada del TLCAN, y desde entonces han aumentado otro 180 por ciento.
En tanto, los precios que se pagan al productor en México cayeron más de 60 por ciento en ese periodo. Además, en conjunto, la dependencia de México de las importaciones ha pasado de menos de 5 por ciento antes del TLCAN a más de 25 por ciento en la actualidad.
En el caso del sector avícola (pollo y huevo), desde el arranque del tratado las importaciones desde Estados Unidos han aumentado en más de 500 por ciento y los precios al productor han seguido cayendo hasta menos de la mitad de los niveles anteriores al tratado.
“Pese a la presión sobre los precios, la producción avícola en México ha crecido casi 300 por ciento. Aun así, la dependencia de las importaciones ha pasado de 6 a 23 por ciento desde que entró en vigor el acuerdo”, apunta el estudio.
En el caso de la carne de vacuno o bovino, en los 12 años posteriores a la entrada en vigor del tratado, las exportaciones estadunidenses a México aumentaron casi 300 por ciento, lo que elevó la dependencia mexicana del producto de Estados Unidos a más de 20 por ciento, mientras los precios al productor en México cayeron casi 50 por ciento.