Bogotá. La guerra en Colombia, con todas sus violencias y sufrimiento, tuvo un objetivo principal a lo largo de seis décadas: impedir a toda costa la inclusión de las expresiones de la izquierda en la vida social y política del país. En contraparte, a partir de cada una de las experiencias de diálogo y negociación, fallidas todas hasta 2016, se fueron construyendo, escalón por escalón, las fuerzas progresistas que en 2022 llegaron a la Casa Nariño con Gustavo Petro.
Así resume León Valencia –escritor, promotor de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), antiguamente cuadro del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y cercano amigo de Petro– la cuestión de la llegada de un mandatario formado en las batallas políticas y sociales de la izquierda y con un pasado en la guerrilla, el Movimiento 19 de Abril (M19).
Columnista en los principales medios escritos de su país, es autor de una docena de libros sobre la coyuntura colombiana. Acerca del último, La izquierda al poder en Colombia, conversa con La Jornada.
Para él, el triunfo fue “casi un milagro” después de los años atípicos que precedieron su victoria el 29 de mayo de 2022. “Veníamos de una pandemia, de un estallido social, del derrumbe del proyecto uribista que estaba pensado para durar 20 años y de un acuerdo de paz. Todo esto abrió las puertas a Petro. Coincidió, además, con una nueva oleada de izquierdas en América Latina y la derrota de Donald Trump frente a Joe Biden”.
Petro es, agrega, “varias cosas a la vez: un reformador consecuente, un ex guerrillero que ganó la presidencia. Eso provoca una irritación muy grande en amplios sectores de las derechas”.
“Hombre de izquierda con piel de izquierda”
Poco después de su victoria electoral, un columnista conservador de la revista Semana describió a Petro como “un lobo con piel de lobo”. Valencia le replicó en otra columna que es, en realidad, “un hombre de izquierda con piel de izquierda”.
La charla transcurre en su departamento en el barrio de La Candelaria. Desde el balcón se miran los tejados del antiguo centro y al fondo los Andes. Cuenta del día que el Pacto Histórico ganó, como se esperaba, la primera vuelta electoral con 8 millones de votos. “A la mañana siguiente, Petro me llamó muy preocupado. Pensaba que podía ocurrir lo que pasó en Ecuador, que en primera vuelta ganó el candidato progresista Andrés Arauz, pero perdió en segunda vuelta contra el banquero ultraconservador Guillermo Lasso porque se cohesionó la derecha. Le comenté que tenía que proyectar una actitud de ganador. Y ganó, aunque por poco margen (700 mil votos) y sin mayoría en el Parlamento.
“Y la verdad, no la tiene nada fácil. En la sociedad colombiana hay una resistencia muy grande a la izquierda. Hay un empresariado muy sofisticado, con una oposición muy dura.”
Explica que cuando se disolvieron esas formas tradicionales de alternar el poder entre conservadores y liberales, se dio paso a una derecha que tiende a saltarse la institucionalidad y todas las formas democráticas, “tipo Bolsonaro”. Y su idea es atajar a Petro a como dé lugar. Eso no es bueno ni para ellos.
–¿Son capaces de dar un golpe? Lo hicieron en Bolivia, en Perú.
–Lo veo muy difícil. Es jugar con fuego. Es un incendio que puede quemar a todo el mundo. Muchos en este país saben manejar un fusil, montar una bomba, es un know how nacional. Además, hay un ejército y una fuerza pública que no se prestarían para una cosa de ésas. Son muy presidencialistas. Y Petro, frente a una circunstancia así fácilmente es un (Salvador) Allende, primero se hace matar antes que dejarse sacar de la presidencia.
–Y el movimiento que lo llevó a ganar, el Pacto Histórico, ¿qué perspectivas tiene? ¿Se ha aglutinado, ha crecido?
–Petro logró aglutinar a la izquierda, que eso se veía muy difícil. Son ocho pequeños partidos que están construyendo un agrupamiento tipo Frente Amplio uruguayo. Ahí hay una cepa comunista muy grande, una cepa M19, que es de donde viene Petro, con la Colombia humana, que es la forma más exitosa. Y muchos movimientos feministas, negritudes, LGBT, diversidad. Y una intelectualidad que nutrió todo esto.
“No tenían experiencia de gobierno, excepto por lo que se dio mucho en América Latina en los 90, ganar elecciones locales, regionales: Antanas Mockus, Lucho Garzón y luego el mismo Petro en Bogotá; Navarro Wolf en Pasto, Sergio Fajardo y luego Alonso Salazar en Medellín. Como Cuauhtémoc Cárdenas en México. Claro que tener un gobierno nacional es otra cosa.
“Cuando Juan Manuel Santos gana la presidencia en 2008 y se perfila la posibilidad de una nueva negociación, Uribe vocifera. Cuando se firman los acuerdos en 2016 en La Habana sigue vociferando. Y cuando se abre el plebiscito para refrendar con el voto popular lo pactado para la paz en La Habana, gana el No, porque la derecha uribista ha capitalizado a la opinión pública.
“Pero al día siguiente del No se organiza en la Plaza Bolívar una vigilia y ahí empieza una nueva resistencia, la de la defensa de la paz desde la sociedad civil. Esa resistencia ha sido decisiva. Hay una sociedad civil heroica, con unos liderazgos sociales capaces de morir por sus principios, por la defensa de los derechos humanos, agrupados en pequeñas organizaciones, ONG. Sin ir más lejos, la vicepresidenta Francia Márquez es hija de esos movimientos, de las negritudes. Y las mujeres, que tienen un protagonismo impresionante.
“Se ve claramente que se está iniciando un nuevo ciclo que puede llevarnos a un aglutinamiento de izquierdas. Con un liderazgo político fuerte en la figura de Petro.”
Los jóvenes lo salvaron
–¿Qué dejó el estallido social de abril de 2021, el de los jóvenes?
–Esa juventud fue lo que salvó a Petro. Son parte del triunfo y siempre Petro se preocupa por incluir y orientar su mensaje hacia ellos. Hay que encontrar la forma de aglutinarlos.
“Nuestra fundación, Paz y Reconciliación, observa esta evolución. (Tiene tres sedes: Bogotá, Buenaventura en el Pacífico y Cúcuta, frontera con Venezuela.) Monitoreamos lo que pasó ahí con la convocatoria de Petro para la marcha del 8 de junio. Fue lo nunca visto, gente que nunca había participado salió. Creo que en los próximos años eso puede ser el embrión de una nueva fuerza de izquierda.
“Pero por lo pronto, lo que hay en el panorama es un presidente de izquierda y 34 gobernadores. Todos, menos uno, Carlos Caicedo de Magdalena, representan a los clanes regionales de la derecha y de los viejos partidos.”
Comunes y ELN
–¿Y con Comunes, el partido político de las ex FARC, ya en la mesa de la política?
–Hay que reconocerles que, sin ellos, sin los Acuerdos de Paz, no habría habido triunfo de Petro. Pero políticamente, la suma de Comunes, incluso en la asamblea legislativa, hoy es más simbólica que real.
–¿Si avanzan y fructifican las negociaciones y se incorpora el ELN al escenario político?
–Podemos decir que las FARC sirvieron para mover a la izquierda nacional y para que llegara a la presidencia un presidente de izquierdas. Y si se llega a un acuerdo con el ELN, puede servir para remover la política desde abajo y que lleguen gobernadores más progresistas.
“Sobre todo para el ELN ésta es una oportunidad de oro. Hasta antes de que ganara Petro su proceso de negociación no era relevante. Y ya no tenían espacio político. Ahora el presidente y la comunidad internacional les están dando un lugar, su lugar.
“Cada uno de los procesos y negociaciones de paz han sido los escalones para ir construyendo este momento que estamos viviendo.”