Ciudad de México.
“Bailemos la cumbia. Esta cumbia buena…”, así se escuchó el derroche de acordeón, bajo, güiro, congas y bongos en el guateque dedicado a este género y sus variantes, que tuvo un efecto de hipnosis sonora teletransportador hacia tierras colombianas y regiomontanas.
Se trató de “Arriba el norte”, tocada de cumbia que reunió a diversos grupos y diyéis en el emblemático Salón Los Ángeles, donde refrendaron que la cumbia es un grito de resistencia de esencia africana en Latinoamérica.
Noche Negra, organizadora de toquines de alto octanaje, y Sabotaje, colectivo regio enfocado a la documentación y difusión de la cumbia, organizaron un ágape campanero, que nos llevó al merito Cerro de la Campana, nicho de la cumbia regia y cuna de Celso Piña, a quien se le dedicó la presentación. Los beats fueron de rompe y rasga, de baile agachadito al ritmo del acordeón.
El cañón del sonidero, Toy Selecta, Jhoniván y su cumbia con loop, Sonido Dueñez, Sonido Sabotaje, Sonideras Joyce Musicolor y Rocko Páez, convocaron al tíbiri en el templo del baile: el Salón Los Ángeles, donde amantes del beat lento disfrutaron de la pista de esta catedral del ritmo, de la cual dejaron pulido su piso, con cumbias de todas latitudes y tiempos.
Cumbias colombiana, regia, rebajada, vallenatos, quebradas se escucharon en altos decibeles.
El cañón del sonidero, representando a Chiapas, atestó a los asistentes dosis de cumbia autóctona aderezada de rock. Ritmazo con lo elemental de la cumbia de acordeón, bajo, guitarra y una potente batería que le aporta su esencia roquera.
Dedicaron sus rolas a Celso Piña, pero también ejecutaron un cover de la agrupación El Gran Silencio, Duerme soñando.
También el santo padre Andrés Landeros, pilar de la cumbia, fue sonado por las tornamesas y sobre los decks.
Sonido Dueñez fue el encargado de diseminar la cumbia rebajada que trajo recuerdos de Lisandro Mesa, Super Grupo y Liborio Reyes.
Las rolas de Sonido Dueñez, institución de la pequeña Colombia en Monterrey, fueron sabroseadas por la nueva oleada de cumbiambos que gritó y bailó con el “ahí no má tambó”.
Los sonideros y grupos prendieron la vela, cómo se dice cuando el ritmo está a todo lo que da.
Gustosos del tíbiri siguieron el dogma de los beats de sabor toda la noche. La música que sonorizó la vida de la clase trabajadora ahora regaló la fiesta para la hipstercisa chilanga que con respeto movilizó el cuerpo al ritmo del barrio.
Siguió la tocada sonidera llevando al respetable a una danza primitiva de encanto, que conmovió a cumbiamberos hipsters, trasnochadores y hasta transgéneros que se dieron una vuelta por el lugar, que representa al baile sabroso en la capital, el Salón Los Ángeles.
La tocada “Arriba el norte” fue un homenaje a Celso Piña, quien fue pionero en la mezcla de sonidos tropicales, los cuales fueron la base para conjugarlos con todo tipo de géneros populares, desde los norteños hasta el sonidero, ska, reggae, rap, hip-hop y rhythm & blues, entre otros.
En México, el legado del Rebelde del Acordeón continúa a través de su música.