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2023-07-02 06:00

Crónicas de viaje / Vinos, mostaza y pollos

Periódico La Jornada
domingo 02 de julio de 2023 , p. 28

Hoy vamos a compartir un recorrido por la Borgoña, una región del centro de Francia con una rica y antigua historia, que actualmente se conoce sobre todo por sus excelentes viñedos y por algunos productos de la gastronomía, como la mostaza de Dijon y los pollos de Bresse.

Pequeños valles y suaves colinas forman el paisaje con parcelas pulcramente cultivadas, entre las que aparecen pequeños pueblos con sus tejados coloridos. Cuando se penetra en la zona de los viñedos, el espectáculo es impresionante: a lo largo de varios kilómetros, uno tras otro, hasta donde alcanza la vista se extienden las vides.

Al retomar la carretera principal aparecen las bodegas de las distintas denominaciones de muchos de los vinos más afamados de todo el mundo. Esta tierra de dulces colinas y variedad de suelos y orientaciones es propicia para el cultivo de la famosa uva Pinot Noir.

En el camino nos desviamos para conocer la basílica de Vezelay –hoy monumento del patrimonio mundial de la Unesco–, que muestra el esplendor del románico cisterciense. Fue un importante lugar de la peregrinación a Santiago de Compostela, y el pueblito es una hermosura medieval.

De ahí llegamos a la ciudad de Beaume, corazón de una gran zona vitivinícola en donde cada año en noviembre se lleva a cabo una subasta de los mejores vinos. Con antecedentes de la época en que la región estuvo ocupada por los romanos, en la Edad Media la invadieron distintos dominios señoriales, hasta el siglo XIII en que pasó al control de los duques de Borgoña.

En el siglo XV el duque mandó edificar el Hôtel-Dieu, una belleza de hospital que se conserva como museo de sitio. Muestra una inmensa sala rectangular con camas dobles con cortinajes rojo vino y todo lo que se utilizaba para el cuidado y atención de los pobres. La farmacia es deslumbrante, con los frascos y objetos para preparar las medicinas. La arquitectura es única en la región con sus tejados cubiertos de tejas barnizadas de rojo, verde y dorado; son una joya del gótico flamígero de Borgoña.

Aquí probamos el famoso pollo de Bresse, que es la ciudad donde se crían y es el favorito de los chefs galardonados con estrellas Michelin. Por ley, los criadores tienen que destinar una superficie de 10 metros cuadrados a cada pollo; deliciosos.

De ahí a Dijon, antigua capital del ducado de Borgoña, una ciudad preciosa con muchos monumentos románicos y góticos. Es la antigua capital del poderoso ducado y puerta de entrada a uno de los más prestigiosos viñedos franceses, la Côte de Nuits, y es famosa porque bautizó la prestigiada mostaza que se consume en todo el orbe.

Originalmente se cree que procede de India, China o Afganistán y que su cultivo comenzó aproximadamente en 5 mil 500 aC. Ya se menciona en la Biblia como una planta introducida en Palestina a través de Egipto, cuyos granos se molían para preparar todo tipo de condimentos.

Siglos después, el rey Carlomagno sugirió a sus súbditos que cultivaran mostaza a lo largo del territorio francés, lo que hizo que el aderezo se popularizara en todo el país.

La plaza de la Libération, de generosas dimensiones y forma semicircular es bella y armónica. En un costado se levanta imponente el Palacio de los Duques y Estados de Borgoña, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. Transformado a lo largo de los siglos y a través de sus diversos usos, se compone de edificios de diferentes épocas.

Uno de ellos alberga el Museo de Bellas Artes de Dijon. Abierto en 1799, es uno de los más antiguos de Francia después del Louvre. La colección incluye unas 130 mil obras de arte, que le permiten presentar un paisaje que abarca más de 20 siglos de historia, desde la Antigüedad hasta el siglo XXI.

La visita termina en la Sala de los Guardias, donde reposan las tumbas de los duques Philippe Le Hardi y Jean Sans Peur, sin duda, la obra maestra del museo. Son dos grandes monumentos de mediados del siglo XV, que muestran tres figuras sedentes con sus ropajes coloridos exquisitamente esculpidos en mármol. La base de los túmulos muestra un cortejo de plañideras con sus mantos drapeados, impresionantes. El gran salón luce, además, retablos de madera tallada y dorada procedentes de la Chartreuse de Champmol y una imponente chimenea de estilo gótico flamígero. Un viaje interesante y sabroso.

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