Mantener una orquesta como un proyecto fresco y atractivo no es sencillo, como lo sabe el director Carlos Miguel Prieto, quien cumplirá 17 años en el podio de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM) durante su temporada de verano 2023, que comienza mañana y con la cual dicha agrupación celebrará su 45 aniversario.
“Una relación no se deteriora con los años si siempre es honesta y llena de ilusión y respeto. Para mí eso es sustancial. Nunca he sido una persona dictatorial, no puedo ni en mi casa, y de nada sirve”, explica el también violinista a La Jornada.
“Además, tomo la música desde un punto de vista colaborativo, más que mandar; hay que ser prácticos y poder sacar un concierto en cuatro o cinco ensayos, pero al mismo tiempo creo que la colaboración es importante para mantener esa buena relación. En realidad, siento como si yo estuviera tocando en la orquesta más que dirigiéndola.”
Señala que otro de sus secretos es conocer bien a los músicos de la agrupación, incluso a quienes vienen de fuera, a los cuales recluta, dice, porque le gusta cómo tocan en alguna otra orquesta.
“Esta organización (la Sinfónica de Minería) también fue fundada por algunos músicos de orquestas muy famosas, como las de Berlín y Chicago, que formaron parte de este proyecto; todavía sigue algo así. Entonces, todas las temporadas hay gente nueva que estoy conociendo, pero acaban siendo amigos después de un ensayo”, indica.
“Hay muchos músicos que conozco, ya sea de la Sinfónica Nacional, de las filarmónicas de la Ciudad, de la UNAM o de Xalapa, que son orquestas que he conocido muy bien. Eso es lo que da a la OSM ese eclecticismo, que son grupos a veces disímbolos, pero muy padres, de artistas que se ven durante el verano y que además vienen con la sabiduría de que no van a tener vacaciones, porque esto es muchísimo trabajo.”
Hay que recordar que, si bien ya tiene presentaciones en diversas épocas del año, entre ellas las fiestas patrias y Navidad, la Sinfónica de Minería es en su origen una orquesta de verano, conformada por atrilistas de diversas agrupaciones nacionales e incluso extranjeras, mientras éstas tienen su receso vacacional de ese periodo.
Carlos Miguel Prieto destaca que esta orquesta se distingue de otras por ser un proyecto musical de la sociedad civil, ya que no depende de ningún organismo gubernamental, si bien cuenta con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que le facilita la Sala Nezahualcóyotl como su sede.
“Dependemos más que otras orquestas de la voluntad de la gente de comprar boletos. No nos podemos jugar el pellejo haciendo cosas tan raras que no jalen gente, no podríamos seguir funcionando, pero a pesar de eso hemos logrado hacer grabaciones como la del año pasado con Deutsche Grammophon, y ahora se viene un par de giras por Estados Unidos. Todo es cuestión de voluntad y organización.”
Destaca que son varios los cambios experimentados por la OSM en estos 45 años. Entre los más significativos están que su consejo ha dejado de ser exclusivamente de hombres, ingenieros y ex alumnos de la UNAM, además de que se ha dado un relevo generacional.
De la orquesta recuerda que no cuenta con una plantilla fija, en sentido estricto, por lo que considera que “el músico que viene a tocar cada año lo hace con mucho gusto e ilusión.
“Hay una conexión muy especial con el público, que el año pasado fue fortísima e incluso rompimos todos los récords.
“No sé si atribuirlo a la pospandemia, a que tocamos todas las sinfonías de Beethoven o a que hicimos una mercadotecnia diferente, pero tuvimos mucha gente”, asevera.