A 30 años de su apertura, Universum, Museo de las Ciencias, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) remodela varios de sus espacios con una inversión de 20 millones de pesos y especial énfasis en la primera infancia. También amplía su apuesta original para proponer que la ciencia es parte de la vida cotidiana y un patrimonio intelectual de todos, sin importar la escolaridad, explicó María Emilia Beyer, directora del recinto.
En entrevista con La Jornada, la bióloga Beyer señaló que lo que hoy desea hacer el museo “es mostrar líneas de pensamiento que ayuden a construir a la sociedad y mejorar nuestra vida. Queremos democratizar el conocimiento. Que no te puedas enterar porque no cursaste ocho años de una licenciatura y un posgrado, no debería ser”.
Sostuvo “que no se entiende lo que vivimos, desde el celular, la grabadora y las vacunas para poder salir de un encierro en el que estuvimos, etcétera, sin la ciencia y la tecnología; si quieres ser un ciudadano del siglo XXI tal vez lo que te enseñan en la escuela, que son conceptos básicos, de pronto se quedan cortos”.
La vanguardia de las ciencias, consideró Beyer, está en otro lado y la manera de acercarse a ella puede ser a través del juego en un museo como Universum. “Ya no somos únicamente el foro de encuentro para ayudar a los maestros a enseñar mejor la ciencia”.
En un ambiente posterior al encierro por la pandemia de covid-19, María Emilia Beyer informó que en el museo se vio un repunte del interés del público por la química y cómo funcionan las ciencias de la salud, pero lo más importante fue el deseo de saber más acerca de las emociones y la salud mental.
La también filósofa de la ciencia refirió que por esa razón han generado actividades relacionadas con el cerebro, en las que se “habla de cómo afecta un encierro; cómo, de acuerdo con tu rango de edad, deberías dormir más o menos para sentirte mejor; cuáles son las tendencias de la depresión cuando pasas por algo muy fuerte como la pandemia: miedo, sentir la amenaza a tu salud y de tus familiares, la pérdida de gente que conocías y de hábitos saludables, que te daban ciertos ritmos biológicos”.
Socializar
Detalló: “En Universum vimos el interés del público en esos temas y estamos abriendo líneas narrativas para hablar de sentimientos, de emociones, de qué nos dice de la felicidad la investigación en sicología y ciencias para retornar al punto donde estábamos o incluso mejorar”.
En la actualidad, añadió Beyer, el museo propone “espacios de juego, pues sabemos que ayudan a generar felicidad; es una forma de acercarnos a la ciencia, a su aprendizaje y a socializar.
“Es una forma de generar mayor salud mental, sociabilización entre las familias y cofradía entre los niños y las niñas de manera colectiva. Llegar a una respuesta de orden científico después de haber transitado por un juego. Un diálogo social es ahora la esencia del Universum.”
Beyer destacó que la remodelación es necesaria porque la ciencia y la tecnología avanzan y “si somos un museo de ciencias en la UNAM no podemos quedarnos ofreciéndole al visitante conceptos o conocimientos que ya han sido rebasados o que hoy podemos explicar mejor”.
Cómo resolver un reto
Así, se remodelan salas como Hábitat, que habla de sostenibilidad y de impacto ecológico; Decide: tu espacio, tus ideas, cuyo objetivo es poner a pensar cómo resolver un reto, que este año es el transporte urbano. Ahí los participantes reciben datos de las investigaciones de la UNAM para que propongan soluciones “como si fueran el político o la científica del futuro”.
Beyer adelantó que el próximo año abordará “desastres naturales: qué haces ante una inundación, un sismo, etcétera, y entre todos tratar de construir soluciones”.
La directora de Universum agregó que la joya de la renovación es el espacio infantil, que concluirá a finales de este año, en las cercanías del aniversario 31 del recinto. “Se desarrolla bajo las premisas de que todos de chiquitos somos ‘científicos’ porque planteamos muchas preguntas, característica de quienes se dedican a la ciencia, y que a todos sin importar la edad nos gusta jugar”.
Anunció que los visitantes dispondrán de un área exterior muy grande, pues se pensó en la importancia de aprender y jugar en ese tipo de sitios y en “convertir el espacio infantil en un jardín de ciencia. Ahí van a suceder los juegos con agua, a construir diques, presas y a hablar de hidrodinámica; vamos a tener paneles solares para abordar energías limpias; huertos y puentes que cruzan una pequeña cañada. Biólogos explicarán las especies de ese hábitat”.
También se contará con una biblioteca infantil, “especialmente curada para papás y mamás, desde luego para los niños y niñas. Los libros van a tratar los conceptos que ellos han vivido y con los cuales han jugado en el espacio para que puedan volver a conectar con lo que les haya gustado más. Que jueguen con la ciencia donde sea. Esto es parte nuestra de nuestra misión”.
María Emilia Beyer concluyó: “Es un museo muy querido, del que las familias se apropian. Queremos que vengan y pasen aquí todo el día, si quieren, que salgan un ratito, caminen por la reserva ecológica, regresen porque ahora va a haber una conferencia con una científica, una obra de teatro; en fin, un foro para que puedan venir a pasar el día completo. Estamos convencidos de la necesidad de democratizar el conocimiento y para eso se requiere tiempo”.