París. La Tierra perdió un área de selva tropical virgen equivalente a un campo de futbol cada cinco segundos en 2022, y más de la mitad de esa destrucción ocurrió en Brasil y Bolivia, según un estudio publicado ayer.
El área total quemada o talada, más de 41 mil kilómetros cuadrados, equivale a la superficie de Suiza o Países Bajos.
El estudio del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) precisa que se trata de árboles autóctonos y maduros, y que la cifra supone un incremento de 10 por ciento respecto del año anterior.
Elaborado a partir de imágenes satelitales, el informe destaca la situación en la cuenca amazónica. Las pérdidas en Brasil representaron 43 por ciento del total, y en Bolivia 9 por ciento.
República Democrática del Congo perdió 13 por ciento.
En el caso de Brasil, la deforestación aumentó 15 porciento en 2022 respecto del año anterior.
El gobierno conservador de Jair Bolsonaro fue muy criticado por los ecologistas en los pasados cuatro años por sus políticas para el medio ambiente. Su sucesor, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, prometió hacer de la defensa de la Amazonia uno de sus ejes.
Los defensores del desarrollo económico del gigante sudamericano aducen que buena parte de esa deforestación ocurre en tierras privadas.
Los científicos advierten que si la cuenca amazónica se transformara en sabana, es decir, en una superficie sin árboles, traerá consecuencias desconocidas para el planeta.
La Amazonia retiene en sus selvas unas 90 mil toneladas de dióxido de carbono, lo que representa dos veces las emisiones anuales mundiales.
En el caso de Bolivia, la pérdida de selva tropical fue equivalente a unos 4 mil kilómetros cuadrados, incremento de 32 por ciento respecto de 2021.
Áreas protegidas
“La mayor parte de la pérdida ocurrió dentro de las áreas protegidas, que cubren las últimas regiones de bosque primario en el país”, indica el informe.
La producción de cacao, la extracción de oro y los incendios fueron los principales causantes de esa quema o tala.
El WRI, con sede en Washington, dispone de su plataforma de información satelital dedicada al control de la deforestación, Global Forest Watch (GFW).
“Estamos perdiendo una de nuestras herramientas más eficaces para combatir el cambio climático, proteger la biodiversidad, la salud y los medios de subsistencia de millones de personas”, declaró a la prensa Mikaela Weisse, directora de GFW.
Los bosques tropicales destruidos el año pasado liberaron 2 mil 700 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, equivalente a las emisiones de combustibles fósiles de India, la nación más poblada del mundo, según GFW.
El año pasado fue el cuarto más devastador para los bosques primarios en dos décadas.
“Desde el cambio de siglo, hemos visto una hemorragia en algunos de los ecosistemas forestales más importantes del mundo, a pesar de años de esfuerzos para revertir esa tendencia”, advirtió Weisse.
A nivel mundial, la vegetación y el suelo han absorbido de forma regular alrededor de 30 por ciento de la contaminación por dióxido de carbono desde 1960, pero estas emisiones han aumentado en la mitad.
“Detener y revertir la pérdida de bosques es una de las opciones de mitigación más rentables que tenemos disponibles hoy día”, dijo Frances Seymour, principal investigadora de WRI sobre los bosques.
La situación en República Democrática del Congo, uno de los países más pobres del planeta, ilustra la complejidad de la lucha.
Los principales motores de la deforestación son la agricultura de subsistencia y la producción a pequeña escala de carbón vegetal.
Más de 80 por ciento de la población no tiene acceso al suministro de electricidad.