La presentación en sociedad de la propuesta opositora para definir la candidatura presidencial de 2024 resultó muy ajada por el tramposo enredo procesal que representa, por la retoma de control dictaminador de los partidos políticos, por el engañoso papel de convalidación de la de por sí gelatinosa “representación” de la “sociedad civil” y por la evidencia de que el dinero, y la capacidad de movilización que implica para la confección del padrón de este experimento, entrega el resultado final a las manos maniobreras de los tres membretes partidistas y, en especial, de los intereses regentes del empresariado que tiene a Claudio X. González junior como gerente general del consorcio Va por México y “organizaciones ciudadanas” anexas.
Para ser una fiesta tan preparada, los primeros cristales rotos estuvieron a la vista: cinco de 11 integrantes de un presunto comité ciudadano electoral renunciaron antes de entrar en acción porque los partidos los engañaron o los desplazaron (entrevista con uno de ellos, Sergio Aguayo, “Yo no les creo”: https://goo.su/v8U2); dos aspirantes declinaron (Germán Martínez, sin base social, y Mauricio Vila, gobernador panista de Yucatán); Lilly Téllez, uno de los tres perfiles más mencionados, dijo que considerará su participación a que se precisen en mesa técnica los alcances de la convocatoria y Gustavo de Hoyos, ex presidente de Coparmex, revisará que el método anunciado no implique violaciones legales.
El impacto del engañoso esquema diseñado para garantizar a las élites empresariales y partidistas el control de la postulación presidencial llevó al senador panista Damián Zepeda a declararse decepcionado y triste pues, a su entender, Marko Cortés y la directiva blanquiazul actúan con ingenuidad, renuncian a pensar en la victoria presidencial, se conforman con aspirar a triunfos en senadurías y diputaciones, y sostienen una alianza perniciosa y derrotista con el Partido Revolucionario Institucional, que a fin de cuentas se quedará con la postulación presidencial (https://goo.su/kluv). En estos días, Zepeda fijará públicamente su postura, que podría implicar la salida del panismo ¿rumbo a Movimiento Ciudadano o, con menores posibilidades, a Morena?
De por sí, el acto oficial de anuncio del método de hibridez delatora careció del brillo propositivo y autónomo que en todo caso los oradores pretendieron sustituir con discursos gritones y adjetivados (los dirigentes partidistas) o volátiles en modo buena onda (las voces de la autodenominada “sociedad civil”), todos con Morena, la 4T y el obradorismo como referentes sin los cuales ante el micrófono podrían quedar mudos o de muy corta palabrería: suena relativamente natural en el contexto sabido, pero es poco afirmativo que la oposición se dedique prioritariamente a confrontar y tratar de descalificar al conjunto 4T y no a proclamar, fijar y afinar sus propuestas y personalidad propias.
Diagnósticos de crítica ruda, pero desfondados si son dichos por el corresponsable Alito y su intento de excusa: los índices de lo peor del pasado (pripanista) no son tanto ante lo peor del presente; el chuchismo residual esbozando algo sobre la izquierda y la secretaria general de lo que queda del PRD con el puño zurdo en alto como testimonio escénico de nada; Marko Cortés en el mismo plan de baja densidad intelectual que otros de sus compañeros de retórica, con Vicente Fox y su sombrero vueltos al galope traicionero y entreguista; Claudio X., a un extremo de las filas premium, y la cartelera de aspirantes presidenciales en asientos sorteados, todo entre la convicción, la duda o la sospecha de que a fin de cuentas la clave está en el dinero y en la capacidad de movilización (¡priístas, al ataque!), a partir de lo cual se conformará el padrón que definirá una mitad del proceso, con la otra mitad, la de las encuestas, también bajo control de las cúpulas y los ejecutivos empresariales. ¡Hasta mañana!
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