En vísperas de que la candidata a candidata de Morena visitara Oaxaca, hace un mes, y la recibiera con fanfarrias el gobernador de la entidad, Salomón Jara, el columnista Raúl Nathán Pérez comentó: “Antaño se cuidaban las formas. Hoy son burdas y corrientes. Se fingía imparcialdad e institucionalidad. Respeto a estatutos. Ahora es el cinismo desatado”. La semana pasada varias personalidades de Oaxaca, que no son conservadoras ni adversarias del gobierno, se sumaron a esa crítica. Algunos son profesores en la Universidad Autónoma Benito Juárez y luchan por la justicia social y económica en la entidad con más biodiversidad y grupos originarios, que se encuentran en lacerantes condiciones de pobreza.
Dos de ellos estuvieron presos bajo cargos insostenibles cuando gobernaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Votaron por Andrés Manuel López Obrador y militan en Morena. Simpatizan con la única mujer candidata de ese partido. Estiman que tiene méritos como académica y funcionaria y aprecian que desde estudiante milite en la izquierda. Esperaban dialogar con ella durante su segunda visita, el domingo antepasado.
No fue posible, se lamentan. A su arribo la rodearon los miles de acarreados movilizados por el gobierno estatal. Al más puro estilo del PRI, reportaron medios locales, la candidata a candidata recibió el apoyo de “las fuerzas vivas”, en parte ataviadas con trajes típicos y ejecutando bailes regionales, como Flor de piña y el carnaval Putleco.
Le entregaron el bastón de mando que por ocho décadas recibió el destapado del PRI. Ese bastón significa ser la elegida desde las alturas del poder. Toda esa unción, cuando la ciudad padecía temperaturas nunca vistas. Dinero público gastado en el acarreo, lo que viola los acuerdos suscritos por los candidatos a candidatos de Morena, mientras falta agua en muchas colonias y poblaciones.
Menos multitudinaria, desorganizada y deslucida, fue su visita a Tuxtepec, la región oaxaqueña donde soportan las más altas temperaturas. El acarreo se repitió el martes pasado en Pachuca, aunque sin entrega de bastón de mando, ni limpia ni ritos de consagración como durante su visita a Xochimilco.
¿No resulta desafortunada una campaña que convoca acarreados, mientras padecemos una terrible ola de calor? Lo mismo sucedió en su mitin de despedida en el Monumento a la Revolución. Cuando diversas instancias oficiales le piden a la población resguardarse lo más posible de los rayos del sol, no hacer deporte al aire libre, consumir mucha agua potable para evitar la deshidratación. Las estadísticas epidemiológicas, con lamentable demora, llegan al Ejecutivo y confirman que hay decesos por la ola de calor.
Esta crisis sin precedentes ocasiona severos daños a la población, al sector agropecuario y al resto de la economía. Falta agua en viviendas del área metropolitana de Monterrey, al tiempo que varios empresarios y políticos tienen concesiones por miles y miles de metros cúbicos del líquido. El año pasado, en otra crisis de esta naturaleza, se prometió acabar con los privilegios. Nada.
El agua escasea en muchas poblaciones del país, especialmente rurales. El sistema eléctrico falla por la alta demanda, como en Tabasco, Nuevo León, Tamaulipas, Campeche, Hidalgo y el polo turístico de Quintana Roo. O porque se queman los transformadores por obsoletos. Los trabajadores electricistas laboran al máximo para reanudar el servicio. En el sector salud de varios estados se denuncia carecer de aire acondicionado en salas donde se realizan cirugías. La mayor parte de las escuelas están sometidas a las altas temperaturas y sin agua potable. Pero en Palacio Nacional dicen que todo funciona normalmente.
Oportunamente, las agencias internacionales especializadas en el clima advirtieron que México enfrentaría esta severa situación, por lo que se requerían medidas drásticas para proteger a la población, la economía y la biodiversidad. Lo mismo hicieron nuestros expertos. Ninguna dependencia hizo caso.
Tarde se anuncian medidas para mitigar este grave problema, que amaina en algunas regiones por las lluvias que dejan dos ondas tropicales. La naturaleza es más efectiva que los funcionarios. Y, además, la salud debe estar por encima de la política.