Leonardo Da Vinci, polímata y arquetipo renacentista que manifestó su virtuosismo en expresiones artísticas y científicas, revela su sentir en 2023.
En las tablas de un escenario teatral, el del Teatro Helénico, el genio se confiesa a través de cuerpo y alma de un persistente actor, que en la búsqueda de una realización personal encuentra paralelismos entre ambos en el monólogo Leonardo, más que pieza teatral sobre la figura de Leonardo Da Vinci, es una experiencia en la que el histrionismo, la dramaturgia y el arte escultórico laten en el proscenio por medio de Rodrigo Murray.
Pareciera que la palabra “frustración” no estaría en el vocabulario del genio florentino, pero la no culminación de tres de sus obras le impidió llegar a la “inmortalidad”, según sus palabras plasmadas en el guion escrito, dirigido y actuado por el propio Murray.
La primera: la estatua de bronce ecuestre más grande del mundo que le había encargado Ludovico Sforza, Duque de Milán, y la cual tendría 7 metros de altura. Nunca llegó a construirse el enorme equino, porque el material debió destinarse a fabricar municiones para la guerra.
La segunda: la creación de un mural de nombre La última cena, que la Iglesia católica no dio importancia y que con el tiempo se deterioró, porque lo que hoy se ve en la réplica de esos cuadros “son reproducciones especulativas”.
Y la tercera, la que consideraba su obra máxima: La Gioconda, retrato de la esposa de un comerciante rico, que al final se volvio uno de los tres cuadros –inconclusos– que llevó en su pequeña mudanza Da Vinci a su última morada. Según palabras del artista, esta obra reunía sus conocimientos en ciencia y arte, expresaba “la complejidad de las emociones humanas... Con ella, me olvidé del comerciante. Nunca cobré por ella. Fueron 16 años poniendo una capa encima de otra...”
Da Vinci habla de sí y se vuelve honesto en un ecosistema que el italiano amaba: el teatro. Y lo hace por medio de este texto histriónico unipersonal, que también muestra a nuestro protagonista: un actor frustrado, pero feliz de seguir y seguir, como Leonardo, justo como se llama esta obra que sirve de confesionario.
Murray monta la obra sábados y domingos en el Helénico, ubicado justo en el centro cultural del mismo nombre, que da cabida para conocer un poco más al genio de las barbas, inventor de máquinas voladoras, telescopios, un profundo explorador de la anatomía humana... erudito en muchos temas.
Desmitificación del genio
En el montaje, el actor muestra gran talento polifacético y de cambio de emociones. Encarna a dos personajes, dos humanos en constante indagación introspectiva. Con saltos cuánticos, el unipersonal viaja por la Italia renacentista, pero vuelve en fa al convulso siglo XXI para desmitificar al genio, mostrar “sus errores, sus derrotas, su creatividad”, a un humano más.
Leonardo deja ver al espectador que Da Vinci no fue “una mítica figura de mármol y bronce escrita en los libros de historia, sino una persona que tuvo que enfrentar desafíos, dudas y baches en tanto iba construyendo su legado”.
Para dar contexto a la puesta, el director, es decir, el propio Murray, cuenta con un hilo conductor abstracto, pero que sirve de guía visual: Leonardo 4, una escultura cinética realizada por el artista mexicano Sebastián, cuya producción abarca escultura monumental urbana y diseño arquitectónico, arte público, joyería, diseño de vestuario teatral, escenografía, espectáculos multimedia. El escenario es una pieza escenográfica que se irá mutando en desdoblamientos múltiples “como la vida misma”, conforme el relato aborda cada tema dentro del soliloquio. La geometría euclidiana ilumina la narración teatral, para nada alejada del genio DaVinciano.
Leonardo hace un paralelismo entre un adelantado a su tiempo y un histrión que, al final, reconoce que el arte teatral fue la plataforma de lanzamiento para que Da Vinci alcanzara esferas altas, por las que pudo fluir su trabajo, reconocido siglos después.
Da Vinci, tras fracasar en la construcción de la mencionada escultura equina, dedica parte de su vida a organizar espectáculos teatrales y cortesanos. Él también diseñaba, tanto los vestuarios como los mecanismos de tramoya que permitían los cambios de decorados y cierto tipo de efectos especiales. El célebre artista lograba combinar su sentido plástico con su inventiva y capacidades como ingeniero, para crear obras de naturaleza escénica. También llegó a inventar autómatas que servían de atractivo extra.
Para enriquecer la experiencia del montaje, el público de Leonardo también podrá cuestionar, reflexionar y comentar lo visto con su protagonista; Rodrigo Murray promete que al concluir cada función entablará una conversación directa con él.
El equipo creativo se completa con la extraordinaria música de Luis Ernesto Martínez Novelo, LU (bajista del grupo de rock La Gusana Ciega) y el diseño de iluminación de Félix Arroyo.
Leonardo se presenta sábados y domingos a las 13 horas, en el Teatro Helénico. El 27 de agosto concluye temporada.