Salina Cruz, Oax. Desde las siete de la mañana María Cecilia Hernández Sandoval se paró frente al hotel en el que pernoctó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Un ramo de flores lucía en sus manos y una sonrisa nerviosa revelaba su emoción por poder conocer al mandatario.
Se enfundó en su mejor vestido y hasta se colgó del cabello un enorme tocado con un clavel. “Es mi novio”, señaló la mujer, de más de 65 años, que ansiosa esperaba la salida del Presidente bajo un inclemente calor habitual en esta región del istmo.
Al salir del lugar para seguir con su agenda del día en Oaxaca, el jefe del Ejecutivo saludó a toda la gente que lo esperaba tras una pequeña valla metálica.
María Cecilia estiraba su mano a modo de llamar su atención. Poco a poco el mandatario se fue acercando hasta donde la mujer había esperado más de tres horas sólo para verlo y darle el ramo de flores.
Cuando al fin lo tuvo enfrente y pudo estrechar su mano, María Cecilia logró autocontrolarse, le sonrió, le entregó las flores junto con una petición (carta) y un papel con algunos números de teléfono.
“Me da mucho gusto conocerlo”, le dijo la mujer conteniendo su emoción. El Presidente le tomó la mano y posteriormente la besó en la mejilla. Ella lucía encantada y no era para menos, su “novio” la escuchó, pudo entregar su petición, las flores y tenerlo tan cerca como lo permitió la valla que los separaba.
Al final, la mujer confió: “Valió la pena la desmañanada, la espera y ponerme este vestido”.