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Política

2022-10-31 06:00

Educadores y alumnos montan altares y ofrendas de sus comunidades en Oaxaca

Cada región oaxaqueña tiene sus propios productos, pero en ninguna falta el arco con flores y frutos por donde según la tradición, pasan las ánimas, además de las delicias culinarias de este estado rico en costumbres.
Cada región oaxaqueña tiene sus propios productos, pero en ninguna falta el arco con flores y frutos por donde según la tradición, pasan las ánimas, además de las delicias culinarias de este estado rico en costumbres. Foto Roberto García Ortiz
Periódico La Jornada
lunes 31 de octubre de 2022 , p. 12

Tlacolula De Matamoros, Oax., Entre flores de cempasúchil e incienso, fruta, tamales, mole, mezcal y veladoras, 13 altares de muertos recuerdan las tradiciones zapoteca, mixe, chinanteca y mazateca que “abren puertas entre el mundo de los vivos y de los muertos para decirles: ‘bienvenidos, no los hemos olvidado”’, afirma Antelmo García Robles, educador comunitario de acompañamiento del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) que labora en la región Cañada.

Reunidos en la primera exposición de altares y ofrendas de muertos, convocada por ese organismo en este municipio con la finalidad de difundir la cultura y las tradiciones de los cientos de localidades donde dan clases, jóvenes educadores de diferentes regiones del estado destacan que “todo esto fue posible por el apoyo de las comunidades que donaron mucho de lo que se puso en las ofrendas, porque hay un orgullo y un cariño por la tradición”.

La tarea es preservar las tradiciones

García Robles es uno de los 3 mil 800 docentes del Conafe dedicados a atender a 38 mil niños y adolescentes que residen en pequeñas localidades rurales de alta y muy alta marginación, por lo que subraya la importancia de “mantener juntos nuestras tradiciones. Este esfuerzo lo hicimos de la mano de nuestros estudiantes, quienes buscaron información sobre la tradición del Día de Muertos en sus pueblos, con sus abuelos, padres y tíos. Es una forma muy bonita de enseñarles a preservar la tradición”.

En San Gabriel Mixtepec, que significa “cerro entre nubes”, en el corazón de la región chatina, las costumbres para conmemorar a los difuntos reúnen a familias y a la comunidad; en esta zona calurosa, donde se siembra café y se vive de la pesca de camarones y mojarras, el cacao es un símbolo de los frutos que ofrece la Tierra y no falta en sus altares de muertos.

De la misma manera que en San Lucas Ojitlán, la pesca y sus productos están presentes para recordar a quienes se han ido. Con flores y copal se adornan los altares en los que hay plátanos, mandarinas, cañas, naranjas y cocos.

El atole, los tamales, el mole y el mezcal se hallan entre los alimentos favoritos de los oaxaqueños, vivos y muertos, como ocurre en la localidad de Arroyo Choápam, municipio de San José Chilatepec, que adorna sus altares con coloridas flores de cempasúchil y en los que no pueden faltar las piñas ni las sandías.

“En nuestras comunidades nos organizamos muchas jornadas antes del Día de Muertos, desde el 27 y 28 de octubre comienzan los preparativos”, narra Nancy, una de las educadoras comunitarias que participaron en la instalación del altar de la región Loma Bonita, en Tuxtepec, justo en el centro de la zona chinanteca. “Todos participan en las tareas para recibir a nuestros seres queridos, desde preparar los alimentos hasta montar el altar. Cuando todo está listo, sacamos sillas frente a la puerta de la casa para que nuestros fieles difuntos sepan que los esperamos con gusto”.

García Robles destaca que en las comunidades de San Martín Toxpalan, en la región Cañada, se coloca un arco de flores en cada ofrenda que representa el “portal entre el mundo de los vivos y de los muertos. Se adorna con 180 flores divididas en 13 ramos. Tenemos la creencia de que cuando su sombra se refleja, hay otro arco con 180 flores en el mundo de los muertos y que juntos hacen 360 días del año”.

También hay que ponerles cosas nuevas

A diferencia de otras comunidades indígenas de Oaxaca, “en nuestros altares para los difuntos no sólo ponemos la comida y la bebida que más disfrutaban, sino también las cosas nuevas, los platillos que has ido conociendo o una nueva fruta que comiste, porque se tiene la idea de que se comparte con ellos no sólo lo vivido, sino las experiencias nuevas que tienes cuando ellos ya no están”.

El pan, que simboliza los cuerpos de las ánimas que visitan a sus seres queridos; la sal, que los purifica; el agua, que sacia su sed; el incienso, que eleva las oraciones por su eterno descanso, y las velas, que dan luz a su llegada y retorno al mundo de los muertos, acompañan cada ofrenda que desde la región Costa hasta la Montaña de Oaxaca mantienen la tradición por los difuntos, en una de las entidades que cuenta con más diversidad cultural de México.

Del Istmo de Tehuantepec, con uno de los altares más coloridos, se conjuga la tradición de zoques, mixes, zapotecas e ikoots, en ofrendas en las que además de comida, incienso y pan están acompañadas por música para esperar a los seres amados que ya partieron. Cuando aguardan su llegada lo hacen con un poco de mezcal y suelen entonar su otro himno zapoteca: Guenda Nabani (la vida).

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