Poco después de que el 18 congreso del Partido Comunista eligió en 2012 por primer vez a Xi Jinping como dirigente de China, se permitió en los medios noticiosos estatales publicar reportajes sobre la “nauseabunda y peligrosa contaminación del aire” en Pekín, la populosa capital, y en otras ciudades. Se destacaba la ira de sus habitantes, pues la calidad del aire había llegado a tal nivel que la burocracia que maneja la propaganda del partido no tuvo más opción que permitir abordar ese problema en los medios y así dejar que fluyera la preocupación de la ciudadanía.
En 2008, la capital china realizó una intensa campaña para mejorar la calidad del aire con miras a presentarla como “limpia” durante los Juegos Olímpicos celebrados ese año. Pero fue flor de un día, porque desde entonces vía los teléfonos celulares y las redes sociales, en especial la de los jóvenes, se denuncia la contaminación. En enero de 2013 fue tan grave que aumentó el ingreso de pacientes a los hospitales con problemas respiratorios. Los coches de los funcionarios no circularon para reducir el problema y el gobierno pidió a la gente no salir a la calle. La visibilidad era de unos pocos cientos de metros.
La densidad de partículas finas (miden 2.5 micras o menos de diámetro y son las más dañinas para la salud) alcanzaron 900 microgramos por metro cúbico en muchas partes de la ciudad. Se califica la calidad del aire como excelente cuando el índice es menor de 50. Y buena, cuando es menor de 100. Por encima de 300, es peligroso y, según la Organización Mundial de la Salud, causa daños irreversibles en el ser humano. Entre ellos,cáncer.
Se hizo entonces con más claridad la urgencia de garantizar un aire limpio, acorde con la tesis adoptada en 2012 durante el 18 congreso: “Construir una civilización ecológica socialista”. Pero esa promesa sigue sin cumplirse. El aire de China es uno de los peores del mundo debido al consumo de carbón en sus centrales de energía y las emisiones de los coches. El país es el mayor mercado automovilístico del planeta y responsable de 25 por ciento del dióxido de carbono generado por el ser humano. La dependencia del carbón y los combustibles fósiles para la electricidad convirtió al gigante asiático en el mayor emisor de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global. El problema ambiental se extiende a sus ríos, entre los más contaminados de la Tierra. Diez por ciento del suelo contiene niveles de metales pesados superiores a los límites fijados por las autoridades. Todo ello se ha convertido en una de las principales causas de protestas y movilizaciones sociales.
El decimosegundo Plan Quinquenal de Protección Medioambiental (2011-2015) para mejorar, entre otros, la calidad del agua en ríos claves, como el Amarillo, no se cumplió. Y el gobierno admitió la existencia de “pueblos del cáncer” por la contaminación del aire y el agua. Como respuesta, elaboró una lista de industrias y químicos prioritarios bajo control a fin de prevenir su impacto en la salud y el ambiente. Incluye el procesado de petróleo y combustibles nucleares; la fabricación de productos químicos, fármacos y fibras químicas; la fundición y la elaboración de metales no férreos; las industrias textil y de la minería. Las empresas con alto riesgo contaminante deben suscribir un seguro de responsabilidad ambiental para enfrentar a cualquier daño o vertido que puedan causar y compensen a las víctimas. Las protestas ciudadanas, en especial las de la creciente clase media, por la construcción de plantas químicas en ciertos pueblos, obligó al gobierno a cancelarlas.
Otro campo en el que China deja mucho qué desear es el del respeto a los derechos humanos y la no discriminación. El mejor ejemplo de ello se tiene en la minoría musulmana de los uigures (26 millones), asunto denunciado por Naciones Unidas. Se les acusa, sin pruebas, de “terrorismo” y “extremismo religioso”. “Reducarlos”, la mejor manera de someterlos por el gobierno, según los grupos proderechos humanos.
En el reciente Congreso del Partido Comunista, que religió por tercera ocasión a Xi Jinping, se contemplan acciones contra la pobreza, la contaminación y la corrupción. Y en pro del desarrollo sostenible. ¿Las cumplirán?