Pachuca, Hgo. En el futbol hay campeones que juegan con grandeza. Caso este de Pachuca, que levantó su séptimo título liguero con un global de 8-2, después del 3-1 en los 90 minutos complementarios, frente a un Toluca limitado a su papel de telonero en la gran fiesta hidalguense.
Luego de la pasada final con el Atlas, Guillermo Almada reconfiguró el tejido interno de su equipo con obsesivo trabajo. Lo paradójico es que la derrota lo agigantó como técnico de primerísimo nivel: veteranos que dejan la batalla agotados y jóvenes que los remplazan dispuestos a comerse al rival.
Ese es el sello de los Tuzos, grupo que intenta y no se rinde en medio de tanto repliegue defensivo. Sus errores no anulan la búsqueda por un mejor espectáculo, ni siquiera cuando el rival consigue hacerle daño.
“Todo el mérito es de los futbolistas”, argumenta el uruguayo, tan enemigo de los elogios individuales y convencido de que el gol es el cambio táctico más importante que hay en un partido, como ocurrió en la serie definitiva.
El futbol sigue siendo ese viejo lugar raro y precioso, de rituales colectivos y conversaciones públicas, “que trata de nosotros, no de yo”, como dijo alguna vez el sociólogo inglés David Goldblatt.
Anoche, los Tuzos defendieron ese espacio común para conquistar su séptima estrella en torneos cortos, con el estadio Hidalgo lleno y rendido a sus pies.
A la escuadra hidalguense le bastó con la percha goleadora de Nicolás Ibáñez, la camaradería de Víctor Guzmán y el entusiasmo del juvenil Erick Sánchez para sepultar al Toluca. Los Diablos supieron apretar la mandíbula cuando su rival lo cercó en el último tramo, pero no pudieron acercarse a la epopeya. En medio de la fiesta de luces y pirotecnia, hubo escenas conmovedoras, como lágrimas por los padres y abuelos que no pudieron estar, niños que gritaron como grandes en los brazos de grandes que lloraron como niños.
En la cabecera visitante, en cambio, cientos de rojos pagaron el precio de seguir a un equipo que en otros años se acostumbró a jugar finales, pero hoy no recuerda cómo ganarlas. El técnico Ignacio Ambriz levantó la moral de sus Diablos desde el compromiso y amor propio. Hubo momentos, sobre todo en el inicio, en que movieron la pelota sin que los Tuzos pudieran encontrar alguna respuesta.
Ánimos desde las tribunas
Llegado el minuto 20, un zapatazo de Raúl Dedos López desde fuera del área sorprendió al arquero Oscar Ustari, cómplice de un pique traicionero en su zona de seguridad, para darle vida al Toluca con el 0-1. El golpe fue tan repentino que cambió la energía de los seguidores tuzos, no por el marcador, sino porque el Pachuca no pasaba del medio campo. Después de mucho intentarlo, encontró la solución.
Una error de Jean Meneses, producto del nerviosismo y la desconcentración, llevó a Nicolás Ibáñez al manchón penal luego de una mano cerca de la medialuna. El argentino estrelló su remate ante Tiago Volpi, pero, en el siguiente tiro de esquina, Víctor Guzmán igualó los cartones aprovechando un rebote (45+3).
Al ritmo de “dale, campeón, dale, campeón” se reanudaron entonces los festejos.
El complemento fue un final feliz para la fiesta hidalguense. No sólo porque Ibáñez hizo el 2-1 (51) y Gustavo Cabral el tercero (75), sino también por los cientos de globos y banderas que colorearon las gradas del Hidalgo. Un estandarte gigante del legendario Miguel Calero, símbolo de esta institución, recordó todo aquello que el colombiano no pudo ver debido a su fallecimiento, partidos y finales inolvidables como la de ayer. Horas antes del inicio, decenas de personas de la comunidad de Zapotlán de Juárez, con tractores, camiones y vehículos particulares, bloquearon el paso sobre la carretera Pachuca-México para exigir la construcción de un puente peatonal. La protesta generó tráfico por largos tramos hasta que elementos de la Guardia Nacional y policías lograron desahogar los accesos.
Sin embargo, ni eso opacó el brillo de los Tuzos en la cancha, a pocos días de su aniversario 130. En nombre del campeón, la semana empieza con la ciudad destinada a su desfile por las principales avenidas.
Un emocionado Nicolás Ibáñez, goleador del torneo y nominado mejor jugador del partido, dijo a Fox Sports que con este trofeo sanaban la derrota sufrida ante Atlas en la final del certamen pasado. “Es increíble. Nos dolió tanto hace cuatro meses, ahora esto es la gloria. Nos lo merecíamos, el torneo anterior no se nos dio, pero estábamos convencidos de que ahora debía ser”, apuntó.