Es una convicción y parte de la identidad colectiva y personal el arraigo y el vínculo al trabajo, sobre todo al que nos da el sostén económico, ya sea por tradición familiar, que es en gran parte como se va heredando el oficio, no obstante el riesgo que éste implique.
El protagonista de grandes relatos e historias ejemplares fue y ha sido el sindicalismo. No sólo en la minería, sino en todos los rubros.
Un ejemplo es la permanente lucha por mejoras en el trabajo y en los salarios, tema del que ya se ha descrito en diversos artículos en La Jornada. Toda la información que se ha compilado en libros, documentales e incluso en películas, debería ser material didáctico permanente de los programas educativos en todos los niveles. Grandes movimientos sindicales son desconocidos por las nuevas generaciones y con ello la historia de la lucha sindical va quedando en el olvido.
No obstante, la controversia en cuanto a ilícitos presuntamente cometidos, no comprobados, por el senador Napoleón Gómez Urrutia, la descripción de la trayectoria sindical de su padre, el distinguido y estimado líder, Napoleón Gómez Sada, es un ejemplo de lucha sindical continua e indefectible: “Napoleón Gómez Sada consolidó la lucha por el bienestar de la clase obrera mexicana, gracias a su visión vanguardista, estratégica y transformadora. Su entrega a la labor sindical apoyó enormemente el desarrollo de la minería, del sector industrial y de las empresas en todo nuestro país. Su liderazgo cercano, honesto e íntegro inspira a perseverar en los grandes ideales; su generosidad hacia sus compañeros mineros, su familia y la nación mexicana marcó una pauta en su organización”.
Sin duda, el éxito de las demandas de los sindicatos dependen de la honestidad, tenacidad y conocimientos de las leyes laborales, no sólo del líder, sino también del total de los integrantes de la agrupación. En principio, el buen dirigente no negocia con los derechos laborales.
Cuando un líder resiste las pre-tensiones de dominio y sometimiento de dueños y directivos empresariales, está dando ejemplo de que la fuerza del sindicato es la mejor alternativa para defender el trabajo, ya que éste es el sostén económico de cada agremiado. Los cambios y mejoras en el área sindical deben ser para todo el personal, no sólo para quienes pagan sus cuotas sindicales. Éste sí sería un avance cualitativo.
Recordemos el cierre definitivo de la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey en la década de los 80 del siglo pasado. El 8 de mayo de 1986, sólo 24 horas antes del cierre del consorcio, más de 5 mil empleados, sindicalizados y de confianza perdieron su trabajo. La orden fue no presentarse a laborar. Grupos militares, se apostaron en las inmediaciones del parque Fundidora para evitar la entrada de los trabajadores.
Un ex empleado recuerda que fueron varios los motivos del cierre, y el económico fue el definitivo, pues éste originó la quiebra de la empresa. El préstamo millonario que los dueños solicitaron para llevar a cabo un plan de modernización, que constaba de varias etapas para aumentar su producción y que obligó a sus directivos a solicitar ése y otros créditos, a la larga fueron imposibles de cubrir. Los riesgos de quiebra de las compañías por sus decisiones equivocadas, son una amenaza para los trabajadores. Es por ello que un seguro de desempleo debería incluirse en los contratos.
La historia de injusticias y represión se repite constantemente. Lejos de buscar una solución, se toma la decisión más perjudicial para el personal. Estamos de acuerdo en que es necesario hacer cambios en la práctica sindical, como se ha propuesto en diversos documentos. Tomemos en cuenta la frase que formuló alguna vez Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Y, en el plano sindical, se repiten los esquemas y, también, los errores como consecuencia.
En efecto, estamos en una época de cambios constantes en la ciencia y en la tecnología, por tanto, la investigación sobre nuevas fórmulas de actividad sindical deberían estar a la orden del día en las agendas. Y, por si fuera poco, todavía por un tiempo no determinado, veremos las secuelas del voraz neoliberalismo que seguirá sometiendo a una competencia irracional la producción industrial. Debe tomarse en consideración que: “los cambios en la composición de la mano de obra difieren cualitativamente según la naturaleza comercial y el nivel de desarrollo tecnológico de la organización donde se aplica”. Esto compete a todas las áreas laborales.
Además, es preocupante la falta de consideración en cuanto a las necesidades ambientales, los recursos naturales tienen un límite. El nuevo sindicalismo debe tomar en cuenta éste y otros hechos que se omiten. Mucho se ha escrito sobre la gran oportunidad que representan los sindicatos para defender al personal de base, esta aseveración es justa, sin embargo, quienes no estén sindicalizados, no tienen por qué conformarse con un desventajoso y dañino contrato, ni someterse a un tipo de rezago administrativo violatorio de sus derechos.
Aprovechando la actual oportunidad de cambios, en el futuro sindical de la refinería Olmeca, en Dos Bocas, debe reflejarse el espíritu de la 4T. Así como en el próximo sindicato de LitioMx, del Tren Maya, del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y en otros rubros donde se organicen los trabajadores. Si el paso cualitativo se logra, será el inicio de una mejor forma de relación entre la patronal y los trabajadores. Tendremos un mejoramiento efectivo, a favor de la vida laboral y de la dignidad humana.
Ésta puede ser una nueva era, es nuestro compromiso como profesionales de la lucha sindical. El tiempo de los opresores y los oprimidos debe quedar atrás.
Twitter: @AntonioGershens