Para los pobladores de San Andrés Mixquic, en la alcaldía Tláhuac, la tradición de Día de Muertos lleva la convicción de que sus difuntos vendrán a visitarlos y entre ellos sobran historias que refuerzan su fe, sobre todo aquellas que involucran a niños, “porque no hay maldad en ellos y los ven”, asegura Zeferino Pozos.
Con su hermano José ayer limpió la tumba de su tío después de haber arreglado las sepulturas de sus padres y abuelos. Con un azadón acomodaron la tierra donde pondrán las velas y cirios para “la alumbrada” con la que los guiarán del lugar del que vienen, así como agua y comida que les gustaba en vida.
“Es como cuando recibes una visita, lo primero que les ofreces es agua y después los alimentos”. En la velada les hablan a sus muertos como si estuvieran aquí. “Les dices: pasen, pásale abuelito, pásale abuelita, como en vida”.
Para creer que estás con ellos es muy importante el sentimiento, dice Zeferino, pero además hay testimonios y entre los suyos cuenta que un 1º de noviembre “el hijo de mi hermano, cuando era pequeñito, estaba jugando a las escondidillas y como mi mamá tenía un Niño Dios y le decía, ‘dale un besito al nene’, se metió debajo de la cama y decía: ‘un nene, un nene’.
“Lo saqué, me asomé y no veía nada, pero mi hijo me señalaba: ‘un nene, un nene’”.
Los hermanos Arturo y Lourdes Castillo Ramírez cuentan otra historia, la de una niña que venía de Guanajuato, estaba comiendo de la ofrenda y empezó a llamar a su mamá: “Mamá, estos chiquillos me quieren quitar la silla, me la están jalando, pero no había ningún otro niño”.
Otra de las tradiciones que aún persisten el día de Todos los Santos es la del campanero: jóvenes y niños se reúnen en grupos y van recorriendo las ofrendas de las casas para pedir comida y dulces a cambio de un rezo por los difuntos que allí moraron.
A ellos no les incomoda que llegue mucha gente a visitarlos, al contrario, dice Lourdes, “nos gusta que nos vengan a visitar y conozcan nuestras tradiciones aquí del pueblo de Mixquic”. Arturo agrega que desde que tiene memoria siempre han venido y ha convivido con argentinos, alemanes y portugueses que se quedan con ellos hasta que termina la alumbrada y se cierra el panteón, después de las 2 o hasta las 3 de la mañana, “después de que ya nos despedimos de ellos, de nuestros difuntos”.