El gusto por los conejos llevó a Jorge Izaguirre y a su familia a instalar un criadero de traspatio hace 18 años, el cual se convirtió en el origen de la cooperativa cunícola Agroemprendedores Rurales de la CDMX, que no sólo es la de mayor antigüedad del pueblo de San Andrés Ahuayucan, Xochimilco, sino la más consolidada.
Bajo la marca Criadero Jazmín, ofrece a sus clientes carne de conejo en canal, animales para pie de cría, embutidos, artesanías, chalecos, gorros y bolsas; ahora incursionan en el mercado alimentos para mascotas, específicamente dirigida a hurones y perros.
La venta de productos cunícolas “ha sido muy local, pero a través de ferias y eventos en plazas comerciales y en el Bosque de Chapultepec su consumo ha crecido”.
Jorge explica que con la Asociación Regional del Conejo de la Ciudad de México se busca que los 30 productores existentes, de los cuales cinco son cooperativas, homologuen los procesos de producción y amplíen los canales de distribución.
La posibilidad de ingresar a las cadenas de supermercados es una realidad y adelanta que el próximo año esperan concretarlo con Walmart, que les pide una tonelada de carne al mes, es decir, 700 conejos a la semana, “y sólo uniendo fuerzas lo lograremos”.
Hace tres años la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo les otorgó un primer apoyo de 80 mil pesos para conformar la cooperativa, y en julio pasado recibieron otro de 120 mil con el que adquirieron maquinaria y equipo, además de adecuar un área de la casa familiar para procesar los productos cárnicos y elevar la producción.
La dependencia ha beneficiado este año a 777 cooperativas con una inversión de 82 millones 558 mil 600 pesos y ha apoyado la constitución de 330 sociedades con empleos dignos en actividades productivas, de distribución, comercialización o consumo de bienes y servicios.
Los esfuerzos de los seis socios para fortalecer sus tres líneas productiva –carne, piel y mascotas– los llevó a incursionar en la gastronomía con pulpa de conejo en adobo a los tres chiles, en mixiote o al mojo de ajo, la especialidad de la casa.
Médico veterinario de profesión, Jorge detalla que la carne que utilizan de esos mamíferos son de la raza Nueva Zelanda, California, Chinchilla y Mariposa, de las cuales también producen embutidos como chorizo, chistorra o pastel pimiento que cada vez gustan más a la gente.
Mientras, la piel de la especie Rex, Rojo Satinado y Angora se transforma en productos como llaveros, patitas de la suerte, donas para el pelo, lápices, bolsas, gorros o cojines; al tiempo que la de Cabeza de León es por excelencia la mascota preferida de los niños.
El sueño que comenzó hace 18 años con tres hembras y un macho, cuando era estudiante, se convirtió en una empresa exitosa “que nos permite como familia tener un ingreso e iniciar una labor social regalando ese mismo número de conejos para que algunas personas empiecen un criadero de traspatio”.
Para Francisco Javier Hernández, quien se encarga de sacrificar y pelar a los animales, la actividad le ha permitido incursionar en la gastronomía, carrera que estudia “con muy buenos resultados porque a la gente le gusta nuestros platillos”.
Los criadores reconocen que el espacio del que disponen en la casa familiar para colocar las jaulas con las 60 conejas próximas a parir o que conviven con sus gazapos –crías–, así como la de los seis sementales –que se identifican con números, “para no encariñarnos”–, es insuficiente.
Sin embargo, confiaron en efectuar un ampliación el próximo año y aumentar su producción gracias al apoyo y la asesoría brindada por la dependencia capitalina.