La escritora Laura Esquivel acaba de publicar Lo que yo vi (Suma de Letras), vibrante recorrido por su pasado familiar, social y espiritual, en el que ofrece una reflexión de los cambios que trajo la pandemia y cómo se ha perdido la búsqueda del bien común.
A lo largo de 13 textos, la autora comparte lo que atestiguó en sus 72 años de vida y cómo ha cambiado su forma de ver el mundo.
En charla con medios de comunicación vía Zoom, Laura Esquivel explicó que escribió el libro durante la pandemia en la plataforma Patreon, donde sus seguidores se convirtieron en mecenas para tener acceso a las entregas mensuales de sus memorias.
La autora de Como agua para chocolate indicó que para ella era muy importante reflexionar sobre lo que se vivía en la pandemia y qué nos había llevado a esas crisis económica, social, política, sanitaria y pandémica.
“El proyecto surge de manera natural; empecé a hablar de cómo es ese mundo, ese México donde crecí; son mis memorias, pero no son las de toda una comunidad que soñó, vivió, trabajó y que con la mejor intención participó en el sostenimiento y creación de un mundo que fue equivocando el camino.”
Sostuvo que en los años recientes la sociedad “ha perdido el sentido de pertenencia, de comunidad”, debido al modelo económico que prevalece y que dicta cuál debe ser el comportamiento humano y que ha logrado una desconexión y causado un individualismo extremo en el que no importa lo que le pase al vecino.
De acuerdo con la autora, quien se encuentra en Brasil, una de las enseñanzas de la pandemia fue mostrar que no bastaba con encerrarse y protegerse, sino que habíamos perdido la interconexión.
“Hemos olvidado el poder que tenemos, de que con el corazón, con la mente, con la palabra y el pensamiento podemos alcanzar a otro ser humano para brindarle lo mejor de nosotros, para darle la palabra que necesita escuchar, el abrazo que requiere, el alimento que lo sana.”
Agregó que nos han hecho creer que “nada más necesitamos producir mucho y ser más ricos que el vecino para estar bien, y no es así”.
Para la escritora, quien recibió el doctorado honoris causa en letras por la Universidad de Saint Andrew en Escocia, en esos meses de encierro escribir fue un acto de libertad, y con sus mecenas fue un intercambio amoroso, “una nueva manera de fluir, de enlazar, de viajar y amar”.
Sobre evocar parte de su pasado, Esquivel dijo que “nostalgia es esa búsqueda interna de encontrar algo que de pronto creemos perdido o a lo que ya no tenemos acceso”. En la obra recupera ese pasado a través de los platillos, de los momentos compartidos en familia
“No se trata de regresar al pasado por regresar, sino de adquirir una responsabilidad humana para apostar por algo más elemental, que es la búsqueda del bien común”, añadió.
La autora enfatizó que “recordar es volver al corazón, y cuando se vuelve al corazón, cuando se recuerda, se le da vida nuevamente. Ahorita es el momento de revivir, reconectar y restablecer utopías. A partir de ahí se nos brinda la oportunidad de reordenarnos en todos los niveles, familiares, sociales, políticos y ambientales”.
Desde la casa donde nació, los juegos de calle durante su niñez y la música que ha servido de banda sonora de su vida, hasta los movimientos sociales y el ataque terrorista a las Torres Gemelas, la autora nos enseña lo que sus ojos vieron y comparte lo que le enseñaron a observar.