Los casos de violencia escolar en Iztapalapa no se quedan en las agresiones con golpes e insultos, pues el ataque con objetos punzocortantes se ha vuelto una constante, como ocurrió en la secundaria Francisco González Bocanegra, en la colonia Tenorios, en la que el pasado 6 de octubre dos alumnas primero se dieron cachetadas en las canchas del plantel y a la salida hubo una riña con tijeras que dejó lesionada a una.
Este caso se suma al del alumno apuñalado por su compañero en la escuela 134 Blas Galindo y al caso del joven que amenazó con llevar un arma de fuego en la secundaria 163.
En la González Bocanegra, ubicada a 4 kilómetros de El Hoyo, zona considerada como foco rojo, una de las estudiantes con tijeras en la mano agredió a su compañera a la salida de la escuela, a pocos metros del zaguán. La hirió a la altura de un ojo y huyó por la pronunciada calle Pedro L. Llamas, relató un profesor.
En entrevista, el docente mencionó que la agresión ocurrió entre las 8:10 y las 8:15 de la noche, y a pesar de que personal de la escuela tocó el botón de pánico nunca llegó una patrulla ni la ambulancia, por lo que la menor lesionada fue llevada en un vehículo particular a un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social.
El profesor, con 32 años de experiencia aunque lleva dos sin que se le asigne grupo en dicha secundaria, relató que hace 20 días se conoció que la agresora dijo al director, Olegario Rosas, que solucionara las diferencias, pero no la escuchó.
Las versiones que circulan entre los maestros refieren que la adolescente advirtió al director que si no solucionaba los problemas iba a agredir a su compañera.
Ayer, en el cambio de turno, no llegó la patrulla de vigilancia escolar, mientras los padres entrevistados comentaron desconfiados que en el turno matutino las peleas han disminuido; sin embargo, un estudiante acompañado por su mamá dijo que la semana pasada se logró detener una disputa en la calle.
En tanto, el personal de la escuela recomienda a los profesores que si caminan por las calles porten el gafete de identificación, por la inseguridad que se vive en la zona, en la que hay delitos como robo a trenseúnte y lugares en los que se vende droga.