Tras 10 años de ausencia, el escritor español Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) se encuentra en la capital mexicana para presentar su más reciente novela Revolución (Alfaguara), en la que se adentra en los convulsos años que vivió nuestro país entre 1911 y 1920, desde la perspectiva de las huestes de Pancho Villa.
Lo hará este miércoles 26 de octubre, a las 19 horas, en el Polyforum Siqueiros (Insurgentes Sur 701, colonia Nápoles), en una sesión en la que participarán, asimismo, el escritor mexicano Elmer Mendoza y el actor Mauricio García Lozano, quien hará una lectura dramatizada.
En rueda de prensa, el también miembro de la Real Academia de la Lengua, aunque confesó su poca fe en las revoluciones e inclusive asumió que parecería contradictorio, recalcó este martes la necesidad de que ese tipo de irrupciones sociales sigan suscitándose en el mundo.
“Soy muy escéptico en las revoluciones. Excepto en la francesa, que de verdad cambió al mundo; que guillotinó en la etapa del terror a todo mundo e hizo posible, con sus errores y terrores, una nueva realidad. Creo que las otras revoluciones, incluida la rusa, terminan todas en manos de los mismos”, sostuvo.
Mencionó que en sus 21 años como reportero le tocó hacer la cobertura periodística de 18 guerras, de las cuales siete fueron revoluciones, entre ellas la de El Salvador y Nicaragua, lo cual le permitió, dijo, conocer de primera mano lo que es ese tipo de sucesos y cómo se comportan las personas en el transcurso de ellos y cuando concluyen.
Prefirió no hablar de utopías e inclusive fue insistente en afirmar que no tiene buen concepto de las revoluciones, en específico de lo que sucede con ellas al finalizar: “Son necesarias, pero desgraciadamente todas terminan en un Daniel Ortega”. Consideró que, por desgracia, ése es un desenlace “muy normal”, pues, cuando los de abajo llegan arriba, a menudo se convierten en la gente de arriba y se olvidan de los de abajo.
El autor admitió que Revolución tiene mucho de autobiográfica en cuanto a su visión sobre esos levantamientos armados, además de verter en el protagonista, un joven ingeniero minero español, lo que descubrió cuando fue como periodista a su primera guerra: que era una inigualable escuela de vida.
“Entonces, toda esa escéptica melancolía, esa desilusión, esa falta de esperanza en el resultado final de la Revolución, también está en este libro”, subrayó Pérez-Reverte, quien destacó que esta obra responde a “una deuda prolongada” con México por lo que le ha permitido aprender y comprender, entre cosas que la vida no es de negro o blanco, sino de matices
Dijo que para este nuevo libro debió documentarse de manera exhaustiva en fuentes originales, históricas, hemerográficas y literarias, y precisó que prefirió centrarse en Pancho Villa, y no en Emiliano Zapata, porque “encarna lo mejor y lo peor del mexicano: la violencia tamizada por la ternura, la crueldad tamizada por la lealtad, esa personalidad orgullosa, indomable”.