La guerra necia avanza con EU buscando conseguir el hundimiento de Rusia, causando daños sin retorno en la Unión Europea (UE) y más profundos en África, donde el hambre arrolla a los de abajo: es la “democracia” gringa recomponiendo su hegemonía destructiva sobre el orbe. Las derechas y ultraderechas de la UE, en ese entorno, van copando el poder político en medio de la agitación social.
Las economías afectadas por una pandemia que no cesa, suman en su contra la estanflación en puerta. The Economist avisa de un “desplome mundial en el precio de la vivienda” con unos impactos en el sector financiero “que dan miedo”. La inflación fluctúa en altos niveles y no cede. La Reserva Federal de EU prosigue su política prorrecesión. Gustavo Petro apunta al carácter de los mandobles: “EU casi está arruinando a todas las economías del mundo: toman decisiones para protegerse ellos solos, a veces sin pensar en lo que ocurrirá, sin importar lo que suceda en los demás países; a través de sus medidas se saquea a Latinoamérica”. El alza de las tasas de interés en EU –y la consiguiente caída de los precios de los activos financieros– saca capitales especialmente de la UE y de AL, que huyen a refugiarse en el dólar provocando de paso la devaluación de las monedas; en consecuencia, los mayores precios de las exportaciones de los países periféricos y la consiguiente caída en su demanda internacional, suscitan impagos de la deuda externa; acto seguido aparecerá el FMI con su recetario de “ajustes”.
México no debería confiar en su carácter de miembro del bloque de Norteamérica. Este hecho parcialmente explica la resistencia de su moneda a la depreciación cambiaria, pero no es garantía de un acceso suficiente a los alimentos. No estamos planeando alcanzar, con programas visibles, una soberanía alimentaria que es hoy necesidad imperiosa para los países periféricos. Sobre ello escribe Silvia Ribeiro en La Jornada (22/10/22): “Soberanía alimentaria: el camino a seguir”. La misma tesis, con los mismos referentes, leo en Il Manifesto (23/10/22), a Barbara Nappini: “La soberanía alimentaria no es sinónimo de autarquía”.
El pasado 16 de octubre, Vía Campesina, el mayor movimiento global de organizaciones campesinas, publicó el manifiesto La soberanía alimentaria es la única solución y camino a seguir. Declaración política en el Día Internacional de Acción por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos contra las Trasnacionales, en la que afirma: “La crisis alimentaria en este momento es inédita, porque se desarrolla en medio de un contexto global más difícil que el de la crisis alimentaria y de combustibles de 2008. La intensidad y frecuencia de los choques climáticos se han más que duplicado en comparación con la primera década de este siglo. En los últimos 10 años, alrededor de mil 700 millones de personas se vieron afectadas por desastres relacionados con el clima, de las cuales casi 90 por ciento se convirtieron en refugiados climáticos. El hambre, la desnutrición y la pobreza son más difíciles de superar debido a las guerras, los conflictos y los desastres naturales en curso… Pero acabar con el hambre no tiene que ver sólo con el abasto. Hoy día se produce suficiente comida para alimentar a todos en el planeta. El problema es el acceso y la disponibilidad de alimentos nutritivos… El fracaso de las políticas neoliberales y de la agricultura industrial (incluidos los transgénicos) en el aumento de rendimientos y ganancias, condujo a la concentración del poder corporativo en unas pocas empresas trasnacionales que controlan macrodatos, tierras agrícolas, recursos oceánicos, semillas y agroquímicos, apuntan a dominar cada vez más nuestros sistemas alimentarios, y se apropian de 80 por ciento de los alimentos producidos por los agricultores familiares”.
Es imperioso para los gobiernos de la periferia, para los productores y comercializadores, para las organizaciones de consumidores, hacer suyas las tesis de Vía Campesina. Entre sus demandas están: a) “el cese de la especulación alimentaria y la suspensión de la comercialización de productos alimentarios en las bolsas de valores. El precio de los alimentos comercializados internacionalmente debe estar vinculado a los costos de producción y seguir los principios del comercio justo, tanto para lxs productorxs como para lxs consumidorxs; b) el cese del control de la OMC sobre el comercio de alimentos y la exclusión de la producción de alimentos de los acuerdos de libre comercio…; c) la creación de un nuevo organismo internacional para llevar a cabo negociaciones transparentes en acuerdos mercantiles entre países exportadores e importadores, para que los países que dependen de las importaciones de alimentos puedan tener acceso a los mismos a un precio accesible.”
Vía Campesina insiste en el nexo entre la alimentación y las políticas alimentarias, la producción agrícola, los ecosistemas, los territorios y las comunidades que los habitan, su cultura e identidad: es un vínculo vital de la existencia.