Pese a los avances en materia laboral en lo que va de este sexenio –una reforma que propicia la democracia sindical, el aumento sostenido del salario mínimo y el fin de la subcontratación–, quedarán pendientes la incorporación de más mujeres al empleo formal, poner fin a la discriminación salarial y avanzar en la paridad en los órganos de dirección de sindicatos.
En estos puntos coincidieron las dos figuras principales del Encuentro por la transformación del sindicalismo: CIT-CDMX, el senador y dirigente del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, y el ex diputado Alfonso Ramírez Cuéllar, presentado como “representante personal de la amiga de los trabajadores”, Claudia Sheinbaum.
El escenario para el cual se anunció la presencia de “importantes dirigentes de más de 12 sindicatos significativos para la lucha laboral en la ciudad” fue la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
En el presídium estuvieron tres dirigentes de sindicatos pequeños, superados en número por legisladores y legisladoras de Morena.
Prácticamente no se habló de la “lucha laboral” en la capital, pues el evento en realidad fue para sumar a Gómez Urrutia al listado de dirigentes sindicales que han expresado su apoyo a la eventual candidatura presidencial de la jefa de Gobierno.
“Estamos reconstruyendo el sindicalismo de nuestro país”, dijo Ramírez Cuéllar, quien afirmó que las bases de ese cambio fueron el triunfo electoral de Morena en 2018 y una “presión internacional muy grande” que dio lugar a nuevas reglas en el mundo del trabajo.
Él es promotor de la candidatura de Sheinbaum y encargado, entre otras cosas, de la relación con los gremios más importantes. Hace unas semanas concertó una reunión similar con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y también tiene tratos con los sindicatos del Seguro Social y de electricistas.
“Ya viene la sucesión presidencial… Claudia Sheinbaum representa la continuidad de muchas transformaciones y derechos conquistados” en lo que va de este sexenio, dijo también el ex dirigente de El Barzón, frente a un público integrado por dirigentes sindicales, mineros y trabajadores del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y del de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, entre otros.
“¡Es un honor estar con Napoleón!”, gritaron un par de veces los mineros con playeras rojas bordadas con el rostro del presidente de la Confederación Internacional de Trabajadores.
Gómez Urrutia hizo una pieza oratoria entre la improvisación anecdótica y la lectura de algunas líneas que llevaba preparadas. Recordó, por ejemplo, que hace 15 años se reunió en Phoenix, Arizona, con Leo Gerard, dirigente del United Steelworkers, con quien compartió la idea de que frente a la globalización de las empresas era preciso “hacer algo diferente, porque si no, en 10 o 15 años vamos a desaparecer los sindicatos”.
Hasta la fecha, ese gremio –con integrantes en Estados Unidos y Canadá– considera al dirigente minero mexicano su principal aliado en este país.
“Tenemos más de 3 millones y medio de trabajadores inscritos en nuestra organización”, presumió Gómez Urrutia, quien hizo un llamado a la unidad porque “quienes se resisten al cambio buscan dividirnos.”