La fuerte desaceleración de la economía de Estados Unidos podría empujar la expansión de la actividad productiva de México por debajo de uno por ciento en 2023, lejos del pronóstico de crecimiento del PIB de 3 por ciento, plasmado en el presupuesto fiscal para el próximo año, de acuerdo con analistas económicos.
El consenso de los analistas en México sigue esperando un crecimiento superior al uno por ciento para 2023, aunque las expectativas de crecimiento de Estados Unidos han caído por debajo de uno por ciento (0.7 por ciento en el consenso de Bloomberg).
Eduardo Suárez, vicepresidente de análisis económico para América Latina de Scotiabank, prevé riesgos importantes porque la desaceleración de Estados Unidos empuje la expansión de México por debajo de uno por ciento, tal vez incluso en 0.5 por ciento, pero por ahora mantiene lo anterior como un riesgo a la baja en lugar de su escenario base.
Advirtió que el presupuesto de México para 2023 se construye sobre la base de un supuesto decrecimiento de 3 por ciento, lo que probablemente signifique un incumplimiento de los objetivos fiscales (agotamiento del ahorro o mayor emisión de deuda) o recortes del gasto.
Para Gabriel Casillas, economista en jefe para Latinoamérica de Barclays, la estabilidad fiscal no está en peligro y es probable que México mantenga su calificación crediticia. Además, los precios actuales del petróleo respaldan a Petróleos Mexicanos (Pemex). Finalmente, la directiva del presidente Andrés Manuel López Obrador al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, ha sido que se puede recortar “todo” excepto los programas y proyectos “prioritarios”, como becas, pensiones para adultos mayores y la nueva refinería.
Como resultado, todavía hay 50 por ciento del gasto en infraestructura que podría reducirse si el cambio en la relación ingresos/gastos no se alinea para mantener la relación deuda/PIB por debajo de 50 por ciento, consideró Casillas.
El Presupuesto para el año fiscal 2023 tiene un objetivo de un pequeño déficit primario de 0.2 por ciento del PIB y una deuda pública de alrededor de 50 por ciento del PIB.
Casillas reconoció que vuelven las presiones fiscales en América Latina. Si bien las cuentas fiscales y los niveles de deuda han mostrado una tendencia de mejora en los meses recientes, prevé presiones renovadas como resultado de mayores costos de financiamiento, una tasa de cambio más débil, un crecimiento más lento y mayores subsidios.
Suárez prevé que en cuanto a la inflación, el pico en el aumento de los precios en el país será cerca de fin de año, pero la caída de la inflación podría ser lenta.
El primer dato es que el Reporte de Economías Regionales del Banco de México (análogo al Libro Beige de la Reserva Federal) aún tiene a cerca de 50 por ciento de las empresas manufactureras y a 60 por ciento de las de servicios planeando aumentar sus precios a un ritmo similar o mayor al actual, lo que sugiere cierta rigidez.
La alta inflación, combinada con las presiones de tiempo que sesgan el poder de negociación hacia la mano de obra, sugieren que los aumentos salariales para los próximos nueve meses estarán probablemente cerca o por encima de 10 por ciento, poniendo presiones de costos en las empresas.
El especialista de Scotiabank sostiene que habrá una lenta convergencia de la inflación hacia el objetivo, lo que a su vez significa que la flexibilización de la política de Banco de México también será algo lenta y limitada.