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Sociedad

2022-10-22 12:12

UBBJ-Campeche erige un jardín botánico con plantas curativas

Graduación de la primera generación en la Universidad para el Bienestar Benito Juárez en Valladolid, Yucatán, en septiembre pasado.
Graduación de la primera generación en la Universidad para el Bienestar Benito Juárez en Valladolid, Yucatán, en septiembre pasado. Foto Roberto García

Calkiní, Camp. Rodeados de árboles de caoba, chechén, higuera, zapote y palma, decenas de jóvenes, futuros ingenieros agrónomos de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), cultivan un jardín botánico con 131 plantas medicinales, decenas de especies de árboles frutales y flores.


Galería: Rinden frutos las Universidades del Bienestar.


En una extensión de casi una hectárea y durante semanas, maestros y alumnos trabajaron en el desmonte del terreno, convertido hoy en un jardín que serpentea protegido por las copas de los árboles, y donde se reproducen cientos de plantas, como la llamada espinaca maya: la chaya, considerada un superalimento verde por su elevado contenido de vitaminas y minerales.


“Buscamos sembrar salud”, afirman los estudiantes. “Queremos expandir el conocimiento de nuestros ancestros sobre las plantas que los ayudaban a curarse; que todos puedan hoy comer alimentos libres de agroquímicos y que no les cueste dinero”, explica Jhoksan Javier Estrella Yam, alumno del quinto semestre de la carrera de ingeniero en agricultura y agronomía, que se imparte en la sede de Calkiní de las UBBJ.


Con el apoyo de la maestra Angélica María Yam Poot, ingeniera agrónoma y desde hace cuatro años docente, estudiantes de diversos semestres fundaron el jardín botánico en abril de 2019.


“Iniciamos la recolección de plantas con nuestros abuelos, padres, primos y otros familiares, para conocer cuál era la tradición maya para su uso. Hemos logrado reproducir más de 200 especies, incluidos árboles y flores. Incluso durante la pandemia de covid-19, con el apoyo de una compañera, logramos sostener los cultivos, pocos se perdieron”, comenta ufano Óscar Alonso Maas Canul, alumno de octavo semestre de la citada carrera y parte del equipo fundador del jardín.


“Empezamos desde cero. Nos metimos a desmontar el terreno. Había muchas culebras y otros animales, pero poco a poco le fuimos dando forma. Hemos ido documentado qué tipo de plantas, para qué sirven y cómo se usan en las comunidades”, señala. Y, en efecto, en cada planta, un pequeño letrero indica su nombre, mientras un sendero bordeado de piedras va guiando al visitante entre cultivos de chaya, tomate, jícama, maíz y plantas medicinales.


Entre las especies sembradas en el jardín botánico está la Plectranthus coleoides c.v. mintleaf, conocida como vaporub, empleada por la población para curar males respiratorios, la cual reproducen y regalan a quienes la solicitan. También cultivan la vicaria que, entre otras propiedades, funciona como un insecticida natural.



Con evidente orgullo, Óscar afirma: “cuando te acercas a los pueblos y preguntas o ellos mismos te dicen para qué sirve una planta, se abre un mundo de conocimiento. Eso genera una alegría, una felicidad inexplicable, porque sabes que te están compartiendo un pedacito de ellos, de su historia, de su familia. Es algo que vas valorando y, a la vez, tomas la responsabilidad de proteger eso que te es-tán compartiendo”.


A fin de comunicar y compartir ese patrimonio intangible, los alumnos elaboran un libro con la información recolectada en decenas de comunidades, el cual quieren distribuir de forma gratuita en bibliotecas escolares y públicas.


“Tenemos el nombre científico y común de las plantas, su uso, cómo deben prepararse y cómo se llaman en maya. Hemos hecho una labor de documentación muy completa porque queremos que todo este saber traspase las fronteras del jardín botánico y beneficie a quienes no pueden acceder tan fácilmente a un médico o a las medicinas”, afirma Jhoksan Javier.


Carlos Jesús González Balam, estudiante del quinto semestre de la carrera, participa en el desarrollo de 140 huertos de traspatio, con el que se explica a las familias cómo cultivar sus propias plantas medicinales y hortalizas sin uso de agroquímicos. “Queremos que la gente siga enseñando a sus parientes, a los niños, a todos, que trascienda de generación en generación, que no se pierda todo este conocimiento”.


La profesora Angélica, agrónoma y extensionista (impulsa mejores formas para trabajar los cultivos), destaca que en las comunidades rurales de Yucatán se enfrentan muchas carencias. “No hay médico cerca, y cuando llegó la pandemia de covid-19 echaron mano de su conocimiento sobre las plantas medicinales y ahí están las familias. Ese saber no se paga ni con todo el oro del mundo”.


El jardín, recuerda, lo iniciamos con 15 alumnos, y ahora el espacio ya nos quedó chico. El objetivo es que esto trascienda, los muchachos ya están en los huertos de traspatio, pero también tenemos jardines botánicos en terrenos cercanos a los centros de salud, e incluso, en secundarias, porque queremos llegar a las familias, que sepan que tienen este conocimiento a su disposición y que lo usen para su beneficio.


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