Si conociéramos la niñez de criminales que hoy son azote de México, se comprobaría que la infancia abandonada y maltratada tarde o temprano pasa facturas. Se reconoce, claro, la huella que 30 años de gobiernos neoliberales dejaron en la niñez pobre, hoy adultos delincuentes, asesinos, violadores. Pero la esperanza de que un gobierno de izquierda rescataría y protegería a las nuevas generaciones se está esfumando.
Las raquíticas becas que algunos escolares reciben, a través de sus padres, son recurso clientelar que no resuelve las carencias de los niños que llegan a las escuelas, maltrechas en su mayoría. Además hay cerca de 5 millones sin acceso a educación básica. Se cancelan valiosos programas, como escuelas de tiempo completo, se reducen presupuestos a educación y salud, y no hay atención para nuevos y mayores problemas.
Es el caso de casi 300 mil huérfanos, al parecer invisibles para autoridades, que pandemia y delincuencia dejaron hasta hoy a la deriva. Para ellos el gobierno debe invertir en proyectos poderosos que los salven del abismo al que están condenados. Hemos padecido muchos gobernantes inmediatistas para los que “si no votas, no importas”, pero ya es hora de respetar la Constitución, también por lo que a la niñez se refiere: la educación debe ser obligatoria, gratuita y laica para todos los niños y en caso de que los padres no puedan cumplir su responsabilidad la protección de los niños corresponde al Estado. Las muchas décadas sin proteger a la infancia explican que hoy nos falte el capital humano necesario para que México sea una potencia.
Urge crear ombudsperson de la infancia, con poder político en las Cámaras y comisiones de derechos humanos, así como fiscalías y policía especializadas en crímenes contra la niñez. Porque cada día son asesinados más de siete menores y desaparecen por lo menos otros 10. Tenemos el horroroso primer lugar mundial en pornografía infantil. Niñas y niños se han convertido en objetos de mercado para la prostitución y tráfico de órganos. La bonita niñez indígena que pintó Diego Rivera y las fotos del Unicef de “lindos niños pobres” hoy son en realidad herida fatal de nuestra tierra, que desde su mirada de hambre pide limosna y vende de todo.
PS Más escuelas menos bancos, más maestros menos soldados.La infancia es la patria de todos.