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Cultura

2022-10-22 06:00

Michael Sledge resquebraja el imaginario colectivo de México en el extranjero

El escritor relata en su texto un mundo irreconocible pero posible. Oaxaca, un lugar donde hasta la tierra es colorida y puede utilizarse como pintura.
El escritor relata en su texto un mundo irreconocible pero posible. Oaxaca, un lugar donde hasta la tierra es colorida y puede utilizarse como pintura. Foto Omar Chávez
Periódico La Jornada
sábado 22 de octubre de 2022 , p. 7a

De la misma manera que Michael Sledge tiene una persistente inquietud de encontrar la palabra precisa en español que le ayude a describir el momento que vive, en su reciente libro, Al sur (Turner, 2020), hay un perpetuo ejercicio por encontrar el modo apropiado para llevar al lector lo que deseaba contar. “Cuando estás en un lugar y te relacionas con un lenguaje que no es el tuyo, vives con la sensación de tener una cortina que te separa de la experiencia que vives, entonces te sientes un poco distante de lo que estás hablando”, cuenta el escritor,que revela acumular más años viviendo en su casa en Oaxaca que en cualquier otra de su infancia en Texas o su edad adulta en California. “Hace varios años apareció la semilla de este libro, pero no encontraba la forma correcta para escribirlo, fue hasta que entendí el concepto de crónica cuando el texto apareció ante mí de la forma conveniente y entonces lo escribí muy rápido”.

En efecto, Sledge dota al libro que crea de lo cultural, lo nimio, lo político, lo económico, lo histórico, lo trascendente, lo cotidiano y lo excepcional con las armas del periodismo. Al sur arranca con la historia de una hacienda semiderruida al pie de la Sierra de Juárez, en la zona este del Valle de Oaxaca, que se convirtió en el “amor a primera vista” del también autor de Cuanto más te debo. El libro recorre la evolución de la Hacienda de Guadalupe hasta convertirse en la sede de Oax-i-fornia –un proyecto colaborativo entre artesanos y artistas y diseñadores en Oaxaca–, y también la trayectoria vital de muchos de los que allí habitan: Félix, que toma prestados los bueyes de su padre para arar la tierra; Pedro, el capataz de los trabajadores que reconstruyeron la casa; Raúl, su pareja; algunos burros, muchos murciélagos, uno que otro fantasma; y también detalla la visita de algunos que desfilaron por el lugar: el escritor Paul Theroux, la cantante Lila Downs, la fotógrafa Mary Ellen Mark, la actriz Kate Winslet o sesenta hombres con machetes anunciando sus intenciones de expropiar la propiedad. También incorpora una que otra observación para explicar –aunque también para tratar de entender– qué es México, y pasan en el volumen uno que otro yerro del autor, que parece que no, pero también los tiene. Ahí va uno: no es el mejor conductor de bicicleta, la ocasión que lo intentó, al mismo tiempo que conducía a su burra, Juana Cata, por los límites del pueblo, salió catapultado al espacio. Afortunadamente para él, su “ego estaba más magullado que mi cuerpo”, afirma en el libro. “En algún momento del proceso creativo descubrí que con la forma literaria de la crónica podía incluir dos cosas: mi historia personal y la del entorno”, comenta. Desde el primer día que cruzó la puerta de la casa, hasta su rehabilitación, Michael Sledge relata un mundo irreconocible pero posible. Oaxaca, un lugar donde “hasta la tierra es colorida –blanco brillante, rojo intenso, verde luminoso– y puede utilizarse como pintura”.

Contraste de estilos arquitectónicos

Había un problema técnico y así lo cuenta: “los escritores estadunidenses no conocen el género como ustedes”, señala. “Nosotros lo llamamos periodismo. Pienso que como tal, la crónica es un concepto latinoamericano”, explica sobre el proceso creativo. Además, indica que, a pesar de usar un método erudito y severo para construir la narración –sobre todo para describir las tensiones culturales que animan el dicurso oaxaqueño–, siempre quedó lugar para incluir las geografías personales. Para Sledge, otro de los temas del libro es el contraste entre discursos, cuando describe Oaxaca lo hace de la siguiente manera: “me fascinan las formas híbridas, el maravilloso choque de estilos arquitectónicos que se integran en una sola estructura”, pero a la hora de escribir busca alejarse del choque de estilos, “busqué darle a la obra un tono emotivo, personal y cálido, con una variación entre algo muy cómico y un tono muy serio. Creo que es el tono lo que lo conecta todo y también es el encuentro con México”.

Pocos escritores voltean hacia el sur

Al sur es un libro tan excesivo, se habla de tantos lugares, se cuentan en él tantas historias, asoman en fuga o con un diáfano perfil tantos personajes, que el lector, desbordado por la emoción, apenas puede retener la información que acumula en sus páginas.

El propósito de Michael Sledge va un paso más allá de encontrarse al mismo tiempo con el retrato de la realidad y con la agilidad del relato bien escrito, “mi libro es una propuesta de contemplar otra imagen de México, borrar las diferencias y mostrar que ese país significa vivir en un espacio donde puedes tolerar algo de incertidumbre, estar cómodo y que realmente la recompensa de eso es grande. El premio de vivir en una cultura opuesta y convivir con una persona diferente te llena de riqueza personal”, y eso “es realmente alentador”, reflexiona Sledge.

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