Leipzig. Que la realidad supere a la ficción en muchas facetas queda demostrado con el cine documental que se presenta en el DOK Leipzig en Alemania, el más antiguo en su género.
En el contexto latinoamericano, las historias alrededor de la violencia que sufre la comunidad LGBT+ resultan no sólo dolorosas y generadoras de una desoladora impotencia al tiempo que se convierten en un grito al mundo por continuar la lucha por una sociedad más justa y tolerante.
El joven colombiano Theo Montoya logró lleno total en la sala de cine con Anhell69 en su presentación en Leipzig; un híbrido entre documental y ficción que ya recibió importantes reconocimientos en la pasada semana de la crítica en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La cinta está dedicada a ocho de los amigos de Montoya que perdieron la vida entre los 20 y los 27 años. “He estado en más funerales que en cumpleaños, los muertos ya no caben en los panteones de Medelln” se escucha en voz del mismo realizador quien entre escenas ficcionales, entrevistas que dan voz a muchos de sus amigos fallecidos documenta la vida nocturna de Medellín y la violencia extrema a que está expuesta la escena queer. La ciudad, una de las más pobladas en Colombia, es también conocida por ser cuna del cártel de la droga de Pablo Escobar.
El tono desesperanzador en la voz de Montoya da inicio en una escena por demás reveladora. “Yo no decidí nacer, nunca me lo preguntaron, me lanzaron al mundo”; una carroza transporta el cadáver de un joven recorriendo las calles de Medellín durante la noche.
Violencia extrema por ser diferentes
Montoya relata que la violencia a aquello que es diferente, que sale del status quo, ataca desde diferentes flancos, llámese gobierno, policía, fuerzas militares, fundamentalismo cristiano o miembros de una sociedad conservadora que reacciona ante sus propios miembros que por ser diferentes, son víctimas de ataques de un sadismo patológico.
Montoya da voz a varios de los amigos ya fallecidos a quienes dedica su trabajo, en el periodo de la selección de actores en algunas entrevistas grabadas en ese entonces; de entre todos destaca Camilo Najar, un jóven de 21 años, de hecho el título de la pelicula de Theo Montoya Anhell69 proviene del nombre del perfil en Instagram que Camilo tenía en vida como una metáfora de ángeles en el infierno del placer según la narración. Montoya introduce el término espectrofilia; son tantos los muertos que la convivencia con los vivos empieza a generar una nueva práctica sexual entre los jóvenes.
El mañana para estas generaciones parece no existir, las voces de estos jóvenes encuentran dificultades para imaginarse un futuro sea a corto o largo plazo; “En Medellín no se ve el horizonte” al tiempo que algunas bien logradas escenas aéreas de la ciudad de noche cuya geografía, rodeada de montañas, da sentido a esta falta de perspectiva de toda una generación de jóvenes huérfanos, hijos de viudas o madres solteras, víctimas del conflicto armado que desde los años sesenta azota al país sudamericano.