A casi una semana del anuncio de la medida migratoria de Estados Unidos, que incluye expulsiones de venezolanos a México, prevalece la confusión entre los migrantes de ese país.
En la Ciudad de México, el sur y el norte de la República, los albergues reportan saturación por la llegada masiva de sudamericanos. En la sede de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en la capital del país, hubo filas de quienes buscan acelerar trámites, en medio de la incertidumbre sobre las condiciones que establecieron las autoridades estadunidenses para aceptar a personas procedentes de Venezuela.
Numerosos venezolanos llegaron a la capital en la madrugada del martes, procedentes de Tapachula y de Oaxaca. Entre ellos Jesús Ferrer, quien viaja con su esposa e hija y se vio obligado a modificar sus planes. Aunque busca llegar a Estados Unidos, tras la decisión de Washington reconoce que por el momento “no hay esperanza” de cruzar, así que ahora permanecerá en México una temporada, hasta que le alcance su presupuesto.
Para él y su familia no es opción regresar a Maracaibo, Venezuela, por los altos precios de los productos y la falta de empleo. Tampoco, dice, “me arriesgaré a ir a la frontera y que me deporten de Estados Unidos”. De igual forma, descarta buscar un pollero por el peligro para su hija y porque, además, “cobran 10 mil dólares y ya no traemos nada”.
A unos pasos, Angelo, Harrison Rivas y Luis Ortiz buscaban por la tarde un albergue para dormir. No alcanzaron a ser atendidos en la Comar y les recomendaron regresar este miércoles a las 5 de la mañana.
A Luis y Angelo, visiblemente agotados, les cambió el rostro al momento que Harrison llegó con una dotación de tortas. “Es lo primero que comemos en el día”, relató, al mismo tiempo de que los tres se apresuraban a comer.
El alimento lo llevaron Noriana y Marianis, dos venezolanas que junto con su familia llegaron a México desde hace más de ocho años. Frente al grupo de migrantes concluyeron que nunca habían visto a tantos compatriotas suyos llegar en tan malas condiciones y todos casi sin dinero.
Incrementan actividad
Fuentes de la Comar informaron que la dependencia incrementó sus operaciones para atender a los migrantes en Tijuana y Ciudad de México, principalmente.
A la par, albergues como Casa de Acogida, Formación y Empoderamiento para Mujeres y Familias Migrantes y Refugiadas (Cafemin), Casa Tochán y Casa Refugiados, entre otros, confirmaron que se encuentran saturados. En el primero estiman que son más de 300 los alojados; el segundo tiene capacidad para 40, pero ya han llegado otros 19 y en el tercero son más de 200.
El sobrecupo obligó a las organizaciones que defienden los derechos de los migrantes a movilizarse. Por ejemplo, se aliaron con restaurantes venezolanos, como Los Chamos, para convocar en redes sociales a donar alimentos, ropa y artículos de primera necesidad, que reparten en los albergues.
Aunque la mayoría llega sin recursos, los coyotes merodean los lugares donde se reúnen los migrantes, por lo que los activistas les han alertado que no confíen en ellos. “Hay coyotes que les dan información falsa, como que tienen prórroga para entrar a Estados Unidos o que si van a refugios los llevarán a la cárcel (centros migratorios)”.
En Tapachula, en la frontera sur del país, el Servicio Jesuita a Refugiados estima una concentración de al menos 20 mil venezolanos.
Migrantes consultados expusieron que se han encontrado con personas que les aclaran que solicitar refugio en México los deja fuera de la posibilidad de hacer lo propio en Estados Unidos, pero al mismo tiempo, otros les aseguran que aún pueden cruzar, lo que fomenta su confusión.