Y todavía algunos aseguran que el paraíso no existe: son verdaderos magos (magia negra desde luego) de los números, porque cada día que transcurre ganan mucho más con menos, los bancos –hipermillonarios con dinero ajeno– que operan en el país –mayoritariamente trasnacionales– mes tras mes rompen récord en utilidades limpias de polvo y paja, con todo y que la pandemia va para tres años, aderezada con la guerra en Ucrania que ha trastocado cualquier estabilidad económica-financiera aquí y en el resto del planeta.
La jornada (Julio Gutiérrez) lo registró así: “en un periodo de disminución en el crédito otorgado a empresas y familias, las ganancias obtenidas por los bancos privados que operan en México alcanzaron entre enero y agosto pasados una cifra récord de 152 mil millones de pesos, 25.8 por ciento más que en el periodo comparable de 2021, revelan indicadores de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). La tasa de crecimiento de las utilidades de los bancos prácticamente triplicó a la de la inflación anual, que se sitúa en 8.7 por ciento, y es 12 veces superior al de la dinámica de la economía”.
¡Magazos! ¿Cómo le hacen?, porque todos los indicadores bancarios caen, menos el de las ganancias, las cuales mes tras mes reportan récord. En casi tres años de pandemia y ocho meses de guerra europea, los bancos que operan en el país han acumulado alrededor de 470 mil millones de pesos en utilidades netas. Pero los demás indicadores (aquellos que supuestamente justifican el negocio bancario y, por ende, las ganancias), a la baja, salvo, desde luego, los salvajes intereses y las interminables comisiones que cobran a sus créditos habientes y usuarios.
De acuerdo con la CNBV, en agosto pasado la cartera de crédito total de la banca privada reportó una disminución real de 0.4 por ciento con respecto al mes inmediato anterior; en el mismo periodo, la captación total se redujo 1.3 por ciento en términos reales, y así por el estilo, pero las utilidades netas crecen sostenidamente. El cuerno de la abundancia, pues, y la perspectiva apunta a que 2022 cerrará con ganancias acumuladas por alrededor de 230 mil millones de pesos.
Así, lo que a principios de siglo a la banca le tomaba alrededor de un año y medio para acumular voluminosas utilidades netas, ahora apenas le lleva cerca de un mes. Dos instituciones bancarias acaparan 50 por ciento de las utilidades netas y si se suman tres entonces la proporción sube a cerca de 80 por ciento. De esa proporción es el paraíso que algunos aseguran no existe, el cual, por cierto, fue concebido, armado y puesto en marcha por el salinato a raíz de la reprivatización bancaria (1991-1992), el ilegal “rescate” y “saneamiento” del Fobaproa (a partir de 1995) y, desde entonces, la extranjerización.
La factura, desde luego, ha sido cubierta por los mexicanos, en uno de los atracos más descarados de la historia nacional. Enterados o no de esta situación, todos han pagado, a lo largo de los pasados 27 años, el generoso endoso que les hicieron priístas y panistas: en ese periodo han pagado más de un billón de pesos por esa ilegal deuda y aún deben otro tanto, mientras los banqueros, en igual lapso, han acumulado utilidades netas superiores a un billón 600 mil millones (más pagarés Fobaproa), y acumulando.
Por cierto, en estos días circula una propaganda de la trasnacional española BBVA mediante la cual “celebra”, falsamente, desde luego, sus primeros “90 años con México”. Se remite a 1932, año fundacional del Banco de Comercio, institución que años después se convirtió en Bancomer, con Manuel El Zorrillo Espinosa Yglesias, una de las cabezas visibles del hampón gringo William Jenkins. En los hechos, BBVA llegó a robar a nuestro país gracias a la privatización salinista, la extranjerización zedillista y la apertura de piernas de Fox, y desde luego a los amigos de Carlos Salinas que se quedaron con Bancomer (Eugenio Garza Lagüera y su pandilla), quienes “cedieron” sus acciones, generoso pago de por medio, a los vendedores de espejitos. Entonces, ¿90 años?
Las rebanadas del pastel
Haití en su laberinto. De nueva cuenta, la ONU organiza “el envío de una fuerza internacional” a esa isla caribeña “ante el deterioro de la seguridad”. Debe ser el enésimo “envío” (las invasiones gringas se cocinan aparte), los cuales muy lejos de aligerar la carga a los haitianos se la complican cada vez más, porque lo único que pretende la obsoleta organización es lavarse las manos… Mi agradecimiento pleno por sus generosos mensajes. Abrazo fuerte.