Una mala, otra buena: la primera, que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) “pierde” a una gran funcionaria, Raquel Buenrostro, quien en dos años y casi 10 meses al frente de esa institución logró incrementar la recaudación de forma sustancial, amén de que los grandes corporativos, siempre protegidos por el régimen neoliberal, se vieron en la penosa necesidad de pagar “impuestos olvidados”; la segunda, que ese mismo personaje ahora es secretaria de Economía, es decir, otra área estratégica que permaneció en el limbo durante los primeros cuatro años del gobierno actual y que en sexenios previos sólo sirvió para hacer pingües negocios privados a costillas de la nación.
“Pierde” una de las instituciones estratégicas del Estado, el SAT, pero gana otra de gran relevancia, Economía, porque ya es hora de que alguien, con la camiseta puesta, eche a caminar a esa secretaría del Ejecutivo que lleva décadas nadando de muertito. Tal vez el error fue de origen, porque la primera titular de esta dependencia en el gobierno de la 4T, Graciela Márquez Colín, pasó de noche y la segunda, Tatiana Clouthier, se mantuvo con los ojos cerrados durante el año y nueve meses que se mantuvo en el cargo. Se fue a la porra (ella misma dixit), pero en los hechos ninguna de las dos debió ocupar la silla principal de la citada dependencia, especialmente en un periodo delicado en el que la creatividad, el impulso a la producción y el “cambio de paradigma” (como les encanta decir a los tecnócratas) debieron ser norma. Pero no: ambas flotaron en su barquito de papel y nada hicieron para impulsar la transformación, en el supuesto, el suyo, de que no hay mejor política industrial que la que no existe, es decir, la norma dentro del régimen neoliberal.
Ambos casos pueden sumarse a otros errores de origen: Carlos Urzúa y Arturo Herrera en la Secretaría de Hacienda (alrededor de ocho meses y dos años en el puesto, respectivamente), personajes infiltrados con disfraz “cuatroteísta”, cuando a leguas olían a perfume neoliberal. Uno terminó arropado por el rancio empresariado regiomontano y sus derechistas instituciones educativas –como el Tec de Monterrey, con su fiel perrito faldero, el calderonista Alejandro Poiré– y otro cobijado por una de las instituciones financieras que mayor daño ha causado en las naciones tercermundistas: el Banco Mundial.
¿A quién se le ocurrió que ese par cabía en la 4T? Quién sabe, pero hay más casos, desde luego, como el de Julio Scherer Ibarra, inimaginable en el primer círculo del poder –menos en el actual sexenio– dada su trayectoria; Irma Eréndira Sandoval, dedicada a consolidar el grupo político familiar; el impresentable Ricardo Monreal; el esquizofrénico esperpento sonorense Lilly Téllez: el chaquetas michoacano Germán Martínez Cázares (sólo seis meses al frente del IMSS, porque ahí hay que trabajar); Cuauhtémoc Blanco en Morelos, en donde otros son los que “gobiernan”, y así por el estilo. Entonces, control de calidad es lo que se requiere a la hora de seleccionar al “equipo”.
En fin, esperemos que el saco no le quede grande al relevo de Buenrostro, Antonio Martínez Dagnino, aunque parece que él tiene con qué, pues pasa de administrador general de Grandes Contribuyentes a titular del Servicio de Administración Tributaria. De acuerdo con la crónica jornalera (Clara Zepeda), el nuevo jefe del SAT (falta su ratificación por parte del Senado) ha sido “responsable de la fiscalización de empresas trasnacionales que mantenían adeudos fiscales millonarios y especialista en el análisis de instrumentos financieros derivados, así como en materia de supervisión, regulación y auditoría; toma la estafeta para mantener y acrecentar los resultados de la recaudación tributaria en el país; es licenciado en contaduría y maestro en finanzas por la Universidad Nacional Autónoma de México, por lo que cumple con el requisito de tener una formación afín. Otra condición para ocupar el cargo es una antigüedad de 10 años”.
¿“Dama de mano de hierro, funcionaria dura”? No: Buenrostro cumplió con su función, algo que sus antecesores ni lejanamente hicieron. Por el contrario, abrieron las puertas de par en par para que, vía fiscal, la minoría rapaz se hinchara.
Las rebanadas del pastel
Un bache en la salud de este tecleador, que devino socavón, impidió que los pasados días México SA apareciera en las queridas páginas jornaleras. Dos poderosas infecciones paralelas hicieron estragos, pero el autor de estas líneas se reporta listo para reiniciar hostilidades. Fuerte abrazo a la afición.