Después de 27 años, Juana se rencontró con su madre. El 1º de octubre de 1995, Lorena llevó a su pequeña, que entonces tenía tres años, al Bosque de Chapultepec. En un descuido, la niña se extravió y a pesar de buscarla por mucho tiempo, la progenitora y su hija debieron continuar sus vidas por caminos separados, pero esta semana volvieron a verse.
La titular de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ), Ernestina Godoy, informó lo anterior luego de que la dependencia las ayudara en el procedimiento de identificación que permitió comprobar la existencia de un parentesco entre ellas.
Por medio de las redes sociales, Rocío –como ahora se llama la hija– encontró la imagen de una niña que le llamó la atención. Los datos de la ficha emitida en ese entonces por el Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes de la entonces Procuraduría General de Justicia coincidían con sus características.
Godoy narró que la mujer se reconoció en aquella fotografía y acompañada por personal de una fundación acudió a la Fiscalía Especializada en Búsqueda de Personas Desaparecidas, donde de inmediato se realizó el trabajo pericial de toma de muestras genéticas, por separado, a la señora y a quien podría ser su hija.
El pasado miércoles, tras obtener los resultados de los análisis que se hicieron a las muestras de cavidad oral con las cuales se obtuvo descamación del epitelio, se determinó que el perfil genético de Lorena, de 50 años, coincidía con el de Rocío, de 29, “con una probabilidad de 99.999 por ciento”.
La determinación de la perito que realizó las pruebas es única, ya que afirmó que el perfil genético de ambas se encuentra relacionado, “por tanto la maternidad se encuentra prácticamente probada; eso fue lo que concluí una vez que obtuve los perfiles genéticos y se realizó el estudio de maternidad”.
Apenas terminaron de escuchar la conclusión de la especialista, madre e hija se fundieron en un abrazo largo que las entrelazó después de casi tres décadas en que vivieron en rumbos diferentes y ahora están dispuestas a contar su historia.
La fiscal calificó el encuentro de “hecho histórico y por demás emotivo”, porque pese a la poca difusión que en su momento se dio al caso, el fotovolante “tuvo eco en algunas asociaciones civiles, que se sumaron a su búsqueda” y por lo cual se pudo concretar el rencuentro.
Manifestó que antes del primer acercamiento se explicó a cada una cuál sería el procedimiento y las pruebas que se aplicarían. En todo momento estuvieron acompañadas por peritos, por médicas, por sicólogas y personal de atención a víctimas.
Ante el impacto que causó este hecho, la funcionaria indicó que en los próximos días, luego de las entrevistas que rindan ante el Ministerio Público, se podrá establecer qué ocurrió.