En la guerra Rusia-Ucrania han pasado ya más de 30 semanas y nada está claro. Cada día surgen más dudas. Al inicio parecía cuestión de días. Era la confrontación del temido poderío militar de Rusia con un millón de efectivos en pie y la supuesta debilidad de la fuerza de Ucrania así lo hacía presumible.
En lo personal pensé que sería una guerra quirúrgica: atacar desde el aire o a larga distancia a centros de gobierno, telecomunicaciones, ferroviarios, centrales eléctricas, etcétera, pero no. Putin y sus mariscales se fueron a la antigüita: un ataque terrestre frontal y envolvimientos laterales más apoyo aéreo sorprendentemente limitado. ¿Por qué?
Por ratos pareció que el presidente Zelensky había logrado detener la invasión rusa. Además de actor, ¿estratega eficaz? Pareciera que sí. A su efectiva dirección de las operaciones debe agregarse el enorme apoyo político y logístico recibido de EU, Alemania y Reino Unido.
Esos países, líderes en la OTAN, hablan de promover la paz entregando ríos de dinero y masivas cantidades de material bélico que ya cobrarán. La OTAN, siendo el origen del casus belli, no emite abiertamente nada comprometedor.
Ante este caso de gran actualidad, de manera sustantiva de cualquier análisis, debe recordarse que esa organización nació para la guerra, revísese el tratado. Una guerra en principio no activa, política, sorda, constante en su propósito de reducir los alcances de la URSS. Fue implacable contra la influencia de ese país sobre Europa del Este.
En respuesta, sólo en respuesta, el Kremlin promueve el Pacto de Varsovia como reacción a la creación de la OTAN, pero hasta 1955, seis años después y desapareciendo en 1991. Entonces lo que estamos observando es un coletazo más del inicio de una sorda guerra que EU promueve desde 1949. Es una agresión más del imperialismo yanqui y los intereses de los países de Europa Occidental. Debemos considerar la historia.
Putin, ansioso de reivindicar a Rusia reales o supuestos derechos territoriales, se lanzó a invadir Ucrania, pero inexplicablemente dejó para otro día el empleo a fondo de sus tanques, aviones y cohetería haciendo que su invasión se estancara.
Desde siempre la doctrina de guerra de los ejércitos rusos fue atraer al enemigo adentro de su inmensidad territorial y acabarlos ahí, lo que no coincide con su invasión. Mas parece que fue presidente Zelensky quien los dejó entrar.
Los efectivos estadunidenses acantonados en Europa Occidental son fuertes en tropas de gran movilidad y poder de fuego, propias para el asalto terrestre inmediato, preparados para una blitzkrieg, lo que se puede anticipar que no sucederá. No puede iniciar una guerra que se le vaya de control.
De las armas nucleares propias de ambos bandos, bien puede decirse que sólo las dispararía el diablo. Después de accionada la primera no quedará nada para ser contado. Ese sí sería el fin de la historia. Esa es quizá una razón del susurro español e italiano. Ambos con bases aéreas y terrestres que seguramente estarían identificados como blancos estratégicos en un conflicto general.
¿Una guerra que sólo genera dudas? Por hoy es la que como espectadores estamos viviendo. EU, cubriendo intereses propios, tira la piedra y esconde la mano. Mientras su presidente, desesperado por ganar las elecciones del 1° de noviembre sorprende provocando a sus adversarios (China y Corea del Norte) y sonriendo a sus aliados (Corea del Sur y Japón) e increíblemente hasta al siempre olvidado Puerto Rico. Mientras su frente interno arde en varios frentes. Son polvos de aquellos lodos, Mr. Biden.
Aumentan las dudas, pues Putin parecía abandonar su estrategia de ganar la invasión por las armas y mañosamente se adueña de cuatro regiones ucranias hasta el día anterior. Parece una artimaña muy rusa que debe leerse como un efectista acto político.
Así, brinca de una maniobra bélica a un acto político. En esa línea sorprendente exaltó el triunfo de la nueva operación con ruidosa celebración en el mismo Kremlin, intencionalmente rodeado de la alta nomenclatura, lo que publicó urbi et orbi. ¡Vamos ganando! Ese fue el mensaje, pero… al otro día vuelve al uso de su arma preferente, la artillería con efectos sobre el mismísimo Kiev como un acto extremo.
Dudamos sobre cómo esta guerra podría llegar a un impasse, puede parecerse a Corea o Vietnam. Mientras está abriendo llagas a la industria y las finanzas occidentales. Enigmáticos son los arrastres que eso tendrá para medio mundo. Al intentar descifrar la naturaleza de la nueva geopolítica y geoeconomía surgen más dudas y una sola consigna: ¡Párenla ya!
Entre tanta incertidumbre sólo tres cosas parecen claras: 1) el universo quedará dividido por el choque de dos civilizaciones; 2) imposible, vaticinar cuándo y cómo terminará la fase activa del conflicto, y 3) sabemos quiénes al final pagarán la guerra, los fregados de siempre.
Con ello, envueltos en dudas, todos marchamos quién sabe adónde.