Londres. La primera ministra británica, Liz Truss, destituyó el viernes a su ministro de Finanzas y gran aliado, el ultraliberal Kwasi Kwarteng, en un intento de sobrevivir a la tormenta económica y política que amenaza su propia continuidad.
Kwarteng, quien el jueves había asegurado que no se iría "a ninguna parte" pese a la agitación provocada en los mercados financieros por los controvertidos planes económicos del gobierno, dejó claro que fue empujado a dejar el cargo.
Truss "me ha pedido que me haga a un lado como su ministro de Finanzas. He aceptado", escribió en una carta publicada en Twitter este ultraliberal de 47 años, nacido en Londres de padres inmigrantes ghaneses.
Truss respondió asegurando que ambos comparten "la misma visión del país y la misma firme convicción de apostar por el crecimiento", pero nombró inmediatamente en su lugar al ex ministro de Relaciones Exteriores y de Salud Jeremy Hunt.
Considerado una de las figuras más estables y serias entre los candidatos que en julio compitieron por el liderazgo conservador, Hunt, de 55 años, goza de popularidad entre una parte de los diputados conservadores.
En un mercado extremadamente volátil, la inestabilidad política pesó sobre la libra esterlina, que perdió un 1,10 por ciento frente al dólar, hasta 1,1199 dólares.
Los mercados financieros británicos se han visto sacudidos por el nerviosismo desde que el 23 de septiembre Truss y Kwarteng presentaron un paquete de medidas que preveía masivas ayudas públicas y bajas de impuestos, pero nada para financiarlo.
Como resultado, las tasas de interés de la deuda pública británica se dispararon a niveles récord, lo que obligó al Banco de Inglaterra a intervenir comprando bonos a largo plazo.
El banco central buscaba calmar así la subida de intereses, que afecta a las inversiones y el consumo.
Sin embargo, su esfuerzo fracasó estrepitosamente y cuando anunció que no prolongaría las compras más allá de este viernes creó aún más caos en los mercados.
Calmar la crisis de confianza
Kwarteng, que se encontraba en Washington para asistir a las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, regresó a Londres un día antes de lo previsto.
La primera ministra dará una rueda de prensa por la tarde para intentar calmar la crisis de confianza que ha puesto a su gobierno al borde de la implosión.
Según la prensa británica, algunos miembros de su propio partido intentan destituirla, ante las desastrosas encuestas que auguran una aplastante derrota de los conservadores en unas próximas legislativas.
Estas no están previstas hasta enero de 2025 a más tardar, pero la tormenta política y económica provocada por las polémicas bajadas de impuestos decididas por Kwarteng y Truss parecen hacer imposible que la líder conservadora se mantenga en el poder hasta entonces.
Truss, de 47 años, llegó a Downing Street el 6 de septiembre, sucediendo en las riendas de la formación y del ejecutivo al controvertido Boris Johnson, obligado por sus propias filas a dimitir a raíz de una multiplicación de escándalos que dieron al traste con su popularidad.
Pero solo un mes después, la nueva líder conservadora se ha puesto en contra a los mercados financieros, los votantes y destacadas personalidades en su propio partido con un programa de recortes fiscales que incrementará la ya muy abultada deuda pública.
Bajo la presión del partido, Truss y Kwarteng ya tuvieron que abandonar a principios de octubre una de sus más polémicas medidas.
Se trata de la abolición del tramo máximo impositivo, del 45 por ciento, para la rentas superiores a 150 mil libras (170 mil dólares) anuales, acusada de favorecer a los ricos cuando muchos británicos se hunden en la pobreza lastrados por una inflación que roza ya el 10 por ciento y debería seguir aumentando.
Buscando también tranquilizar, Kwarteng accedió después a adelantar al 31 de octubre la publicación de sus previsiones presupuestarias, en lugar del 23 de noviembre inicialmente anunciado.
Pero no bastó y la presentación deberá correr ahora a cargo de Hunt en una fecha aún por determinar.
Los planes de pensiones usan estrategias de inversión basadas en el pasivo (LDI) para protegerse de los descensos de rendimientos de los bonos soberanos. Cuando los rendimientos suben, los fondos se ven afectados por las llamadas de margen – demandas de más capital – para cubrir sus pérdidas. Vía Graphic News.