El premio Nobel de Química de este año fue otorgado “por el desarrollo de la química clic y la química bioortogonal”, campos de estudio desde los que se podrán desarrollar nuevos medicamentos con características más específicas y sin necesitar de largos procesos de ensayo y error utilizados anteriormente.
“Uno de los elementos que ha hecho que tenga más impacto es la sencillez, porque no importa qué tan sofisticado sea algo, o qué tan complejo pueda ser diseñarlo, si ponerlo en práctica es fácil. Esto realmente es lo que va a tener mayor utilidad y éxito”, destacó Juan Wolfgang Zinser Sierra, académico de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La química clic –llamada así por sencillez– se refiere a “toda reacción entre dos entidades moleculares, entre dos grupos moleculares, que puede no necesitar de mucha energía para lograrse, que pueda ser una reacción rápida y altamente eficiente. Es decir, donde no vaya a haber subproductos, o si los llega a haber, que se puedan remover fácilmente del sistema”, explicó Arturo Jiménez Sánchez, investigador del Departamento de Química Orgánica de la UNAM.
En tanto, la química bioortogonal se refiere a una subrama de la primera, orientada a “una clase de reacciones químicas de alto rendimiento, muy eficientes, que proceden rápida y selectivamente en condiciones relativamente normales para que puedan ser utilizadas en un ambiente biológico, sin que experimenten reacciones no deseadas”, explicó.
Gracias a estas técnicas, se han podido alterar moléculas específicas para crear y mejorar fármacos existentes. “Ha permitido la creación de medicamentos en los cuales lo que se hace es tomar una droga que se sabe es útil para un determinado cáncer. Ese químico funciona, pero buscando una mayor selectividad, pudiendo ser más específicos en la destrucción de la célula sin dañar a otros organismos”, destacó Zinser.