Moscú. Por segundo día consecutivo ayer, aunque con menos cantidad e intensidad que el lunes, Rusia siguió bombardeando la capital Kiev y otras ciudades de Ucrania con misiles y drones en al menos 10 regiones del país, de acuerdo con los reportes que fueron llegando durante el día.
Los voceros oficiales rusos ya no hablan de “respuesta” por el “atentado terrorista” contra el estratégico puente de Crimea, que el presidente Vladimir Putin atribuyó a los “servicios secretos” ucranios, y tampoco confirman si los bombardeos son parte de la estrategia de intentar destruir la infraestructura crítica de las ciudades ucranias para sumir en un estado de desesperación a la población civil, que empieza a resentir los serios problemas en el suministro de agua, luz y gas, aparte de las frecuentes sirenas antiaéreas a lo largo del día y la noche.
Hay expertos que consideran que los bombardeos masivos llevan el sello del recién nombrado comandante en jefe de las tropas que participan en la “operación militar especial”, el general Serguei Surovikin, quien recibió el título de Héroe de Rusia por dejar en ruinas la ciudad de Idlib, en Siria.
Pero otros analistas creen que se optó por continuar este martes los bombardeos por dos razones: una, enviar el mensaje a los líderes del G-7, reunidos de emergencia ayer para condenar las acciones de Rusia, en el sentido de que no preocupan al Kremlin las duras críticas –tampoco los silencios de países que creía de su lado– que está recibiendo por la exhibición de músculo bélico que comenzó el lunes. El vocero presidencial ruso, Dimitri Peskov, anticipó que Rusia “conoce muy bien el propósito de esta cumbre del G-7, es muy fácil de pronosticar: la confrontación va a continuar”.
Y la otra, desmentir los rumores, que circulan desde hace semanas, de que se le están acabando los misiles de alta precisión X-101/X-555, que se lanzan desde aviones tipo TU-95MC, y Kalibr, desde submarinos. También se especula que se encuentra cerca del límite en que ya no podría usarlos en la guerra con Ucrania debido a que requiere mantener una reserva para un eventual enfrentamiento con un rival más poderoso.
Problemas en el arsenal militar por las sanciones
Anotan que el ejército ruso está empleando drones con bombas Shahid-136 (Suicida) comprados a Irán para compensar los severos problemas que está teniendo para recibir modernos misiles de alta precisión, ya no se diga hipersónicos, por llevar microchips y otros componentes electrónicos, fabricados en otros países, que dejaron de llegar por las sanciones de Estados Unidos y sus aliados. Tiene, en cambio, todavía muchos misiles antiguos fabricados en la Unión Soviética que estaban almacenados y, de hecho, está lanzando sobre objetivos ucranios, aunque su precisión deja mucho que desear.
Yevgueni Popov, presentador del programa 60 Minutos de la televisión pública rusa y diputado del partido oficialista Rusia Unida, afirmó el lunes que el misil que cayó sobre una plazoleta con juegos infantiles no era un “objetivo” del ejército ruso y, si se destruyó, es por culpa del ejército ucranio que “los desvío hacia ahí” para culpar a Rusia.
En otros canales de televisión se comentó algo parecido sobre los proyectiles que destruyeron edificios de vivienda, un museo, puentes y otros “blancos” civiles, mientras ayer el general Igor Konashekov, vocero castrense, reportó que “todos los objetivos que se habían planeado, entre ellos mandos militares y nudos de comunicaciones del ejército enemigo, fueron destruidos”.
El gobierno de Ucrania reconoció ayer que “los bombardeos masivos del lunes dañaron 29 objetivos de infraestructura crítica”, como la red de electricidad de Leópolis que dejó sin luz a una tercera parte de esa ciudad fronteriza con Polonia, y que se están tratando de reparar lo antes posible.
El vocero de las fuerzas aéreas del ejército ucranio, Yuriy Ignat, informó que, hasta las 15 horas de Kiev, Rusia había lanzado este martes 28 misiles de crucero y 13 drones Shahid-136 en la capital y en las regiones de Zaporiyia, Vinitsa, Leópolis, Ivano-Frankovsk, Dniepropetrovsk, Jmelnitsky, Mykolaev, Rovno y Odesa.
Por su parte, Andriy Yermak, jefe de la oficina de la presidencia ucrania, dio a conocer que se produjo un nuevo intercambio de prisioneros y publicó fotos del grupo de 32 oficiales y soldados del ejército que pudieron ser liberados, sin precisar bajo qué condiciones se dio el canje, todavía no comentado por la parte rusa.
Intensos contactos
El titular del Kremlin, Vladimir Putin, se reunió este martes, en San Petersburgo, con el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, con quien habló a puerta cerrada de la situación de la central nuclear de Zaporiyia, que Rusia mantiene bajo control, y –de lo poco que ha trascendido– se mostró “preocupado” por el riesgo de que pueda ocurrir una catástrofe si impacta un misil o proyectil del ejército ucranio en uno de sus reactores.
Rossi respondió, de acuerdo con el breve comunicado distribuido por su servicio de prensa, que la OEIA ha hecho todo lo que está a su alcance para evitar que se produzca un accidente nuclear en la central de Zaporiyia que podría tener consecuencias nefastas para toda la región.
Putin defendió la necesidad de “no permitir la proliferación de tecnología nuclear con fines militares” y, a la vez, abogó por “no politizar en exceso todo lo relacionado con la actividad en materia nuclear”, así como reiteró que Rusia considera que todos los estados deben tener “igual acceso a los beneficios del átomo con fines pacíficos”.
El mismo día recibió en su residencia al presidente de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohamed bin Zayed Nahyan, quien –además de poner sobre la mesa propuestas para discutir de qué manera pueden influir ambos países en estabilizar los precios internacionales del petróleo y el gas– llevó a San Petersburgo un mensaje enfático sobre la guerra, conforme a las declaraciones que hizo la víspera su asesor, Anwar Gargash: “los EAU mantienen la firme posición de que la escalada de la situación en Ucrania requiere de una solución urgente mediante la diplomacia, el diálogo y el respeto a las normas y principios del derecho internacional”.
El anfitrión agradeció “los esfuerzos de mediación” de su huésped que “han permitido resolver algunas cuestiones de carácter humanitario muy complejas” y dijo que conoce “su intención de contribuir a solucionar todas las controversias, entre ellas la crisis que tiene lugar en Ucrania”. Putin subrayó que “esto es un factor importante que permite recurrir a su influencia para avanzar hacia un arreglo de la situación”.
Precisamente de eso, conforme adelantó el vocero Peskov, hablará Putin con su colega turco, Recep Tayyip Erdogan, cuando se reúnan el jueves en Astana, capital de Kazajistán. Por lo pronto, este martes, los ministros de defensa de ambos países hablaron por teléfono de la guerra en Ucrania y de la salida de cereales ucranios por el mar Negro, temas que centrarán las conversaciones de los mandatarios.
Posible entrevista Putin-Biden
En ese contexto de intensa actividad, el canciller Serguei Lavrov deslizó, en una entrevista para el canal Rossiya-1, como “simple especulación” la posibilidad de que Putin y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pudieran reunirse al coincidir en Indonesia, el 15 y el 16 de noviembre, en la cumbre del G-20.
Aunque admitió que no hay por el momento ninguna propuesta formal, “si llegara, estamos dispuestos a estudiarla, siempre hemos dicho que no rechazamos estos encuentros”, agregó Lavrov.