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Política

2022-10-11 06:00

Astillero

DEFIENDE ZALDÍVAR EL USO DE LAS REDES SOCIALES. El ministro presidente de la Suprema Corte asistió ayer a la clausura de las mesas “Una jueza y un juez federal en tu vida”, llevadas a cabo del 3 de febrero al 3 de octubre en las 32 entidades del país, donde pidió a sus colegas acercarse a la gente.
DEFIENDE ZALDÍVAR EL USO DE LAS REDES SOCIALES. El ministro presidente de la Suprema Corte asistió ayer a la clausura de las mesas “Una jueza y un juez federal en tu vida”, llevadas a cabo del 3 de febrero al 3 de octubre en las 32 entidades del país, donde pidió a sus colegas acercarse a la gente. Foto Roberto García Ortiz
Periódico La Jornada
martes 11 de octubre de 2022 , p. 8

Una campaña de mercadotecnia editorial hizo creer a un buen número de contrarios al presidente López Obrador que en el libro El rey del cash habrían de encontrar pruebas y sustento irrefutables en cuanto a un “saqueo oculto” realizado por el tabasqueño y “su equipo más cercano”. Al menos, esto es lo que se plantea en la portada del libro. En la contraportada, la autora alienta el fuego: “Cuento aquí a detalle cómo los operadores del Presidente consiguieron durante mucho tiempo miles de millones de pesos para cumplirle a su jefe y, de paso, también se sirvieron con la cuchara grande”.

La estrategia publicitaria funcionó, entre versiones nunca confirmadas de que Palacio Nacional se movía con desesperación para tratar de detener la distribución del texto editado por Penguin Random House México. El libro se colocó en el primer lugar de preventas en físico y en línea. Voces destacadas del antiobradorismo auguraban un golpe demoledor que marcaría, al fin, el declive indetenible de la llamada Cuarta Transformación.

La realidad no coincidió con tales anhelos probatorios. Elena Chávez no aportó nada relevante, más que una narrativa “testimonial” que apela a ser creída por los “18 años que viví cerca del presidente Andrés Manuel López Obrador, al ser pareja de su entonces jefe de prensa César Yáñez”. Es decir, un presunto testimonio indirecto. Además, en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui, la autora transfirió la carga de la prueba de sus dichos a los mismos acusados, en un retorcimiento procesal contrario a la normatividad jurídica que establece que quien acusa debe probar y no al revés.

El libro está concebido a partir de una premisa peculiar: si algo no se puede probar (la corrupción política mediante utilización de dinero en efectivo), entonces se arma un libro a título de periodismo (así lo reivindica Elena Chávez) que sin pruebas trata de probar lo improbado. Y si alguien pide que se prueben las acusaciones, se le responde olímpicamente: pues no, precisamente por eso son improbables. Toing.

En todo caso, el relato se aderezó con episodios reprobables ya conocidos (que aquí se han señalado y criticado en su momento), como las entregas de dinero en sobres a hermanos (Pío y Martín Jesús) del ahora Presidente de la República y el antiguo caso de René Bejarano, y se añadieron entrevistas de “denuncia” con políticos que se aliaron en su momento con AMLO y luego siguieron caminos confrontados.

La insuficiencia del relato doméstico escalado a lo político generó una extraña conversión en algunos de los más ácidos críticos del obradorismo: a partir de los rasgos que le atribuyen al tabasqueño terminaron asumiéndolos para no aceptar la derrota de sus expectativas de pruebas mayúsculas contra la llamada 4T.

AMLO, aseguran, no respeta las leyes y, por tanto, en el caso del libro en mención no importan pruebas ni procedimientos, sino una historia sin mayores asideros. AMLO, dicen, miente diariamente, sobre todo en la mañanera, sin que se le pida que pruebe sus aseveraciones, así que en el caso de El rey del cash debe concederle similar licencia. Es decir, los opositores tienen otros datos. Lo dicho: la extraña apropiación opositora de los mismos vicios políticos que le atribuyen a su contraparte.

Astillas

El gobernador de Zacatecas, David Monreal, hubo de recular en sus pretensiones de acogerse a DEA, FBI y otras agencias gringas, pues el Presidente señaló que ningún estado de la República puede celebrar convenios, alianzas o tratados con un gobierno extranjero… El Presidente no rompió lanzas con el itinerante embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, y prefirió cargar la cuenta de este injerencismo, que no es el primero ni el único, a una supuesta ignorancia de las leyes mexicanas y a “inercias” del pasado. Mmmm… ¡Hasta mañana!

Twitter: @julioastillero

Facebook: Julio Astillero

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