Madrid. Eran los años 20 del siglo pasado y uno de los artistas más polifacéticos y rupturistas de la época, el francés Jean Cocteau, sentenció: “Chanel es a la moda lo que Picasso es a la pintura”. Él mismo había sido testigo directo del encuentro de esos dos grandes genios que transformaron el mundo: ella liberando el cuerpo de la mujer a través de su ropa, y él desenmarañando la historia del arte con su influencia en las vanguardias.
El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid inauguró una exposición que reúne y enfrenta, poniendo en evidencia el proceso creativo simultáneo y la retroalimentación de las obras, a Pablo Ruiz Picasso y a Gabrielle Chanel, también conocida como Coco Chanel.
Picasso/Chanel es una de las muestras más complejas de los años recientes del museo madrileño, sobre todo porque para llevarla a cabo fue necesario trasladar decenas de piezas valiosísimas y frágiles, muchas de ellas pertenecientes a colecciones privadas. Pero el propósito era reunir en las salas del museo una cuidada selección de vestidos, óleos, dibujos y otros objetos que explicaran una de las complicidades artísticas más fructíferas del siglo XX, de la que el propio Cocteau agitó en dos ocasiones uniéndolos en dos proyectos vitales en su carrera: Antígona, en 1922, y el ballet de Serguéi Diághlivev El tren azul, en 1924.
La exposición coincide con las actividades organizadas en torno al Año Picasso, ya que en 2023 se cumplen 50 años del fallecimiento del artista malagueño, cuya figura es tan importante como controvertida, a raíz de que en varios libros se ha abordado su supuesta faceta misógina; incluso, lo han señalado por haber tratado con severidad, incluso violencia, a las mujeres que convivieron con él.
A este respecto, el director del museo madrileño, Guillermo Solana, señaló: “Ahora que se habla tanto de la masculinidad tóxica de Picasso, esta muestra desactiva ese argumento y enriquece la visión de un Picasso alejado de estereotipos”.
La exposición se centra en el encuentro artístico entre Chanel y Picasso, del que Cocteau sirvió de puente, pero que, además, funcionó para revolucionar aún más al París de los años 20. Ambos cambiaron la historia de sus actividades.
La muestra reúne hasta 77 piezas de Picasso, cedidas por grandes colecciones y museos, en especial el Picasso, de París, y 52 modelos de Chanel, todos de museo.
El valor de las obras expuestas obligó al Estado español a firmar un histórico aval, el más alto hasta ahora, de 521 millones de euros para garantizar el traslado de las piezas y dar cobertura económica a cualquier desperfecto o problema que pudiera suceder desde que salieron de sus lugares de origen hasta que finalice la exposición.
Cuatro apartados
La muestra se divide en cuatro apartados, en los que se analiza la relación de Chanel con el cubismo y la influencia del movimiento en sus primeros diseños. Se percibe cómo el lenguaje formal geometrizado, la austeridad cromática o la poética cubista del collage se trasladan a trajes de líneas rectas y angulosas. También, su predilección por las masas de color –blanco, negro y beige–, o la utilización de tejidos humildes.
En la segunda sección se profundiza en la relación de Olga Jojlova, bailarina de los ballets rusos de Díaghuilev y primera pareja de Picasso, con la iconoclasta modista. Jojlova vestía de Chanel el día de su boda con el pintor y éste la retrató luego con otros diseños de la firma. Varios de los cuadros que realizó de Olga, devota clienta de Coco Chanel, se exhiben junto a vestidos del periodo inicial de la diseñadora francesa de los que se conservan escasos ejemplos.
Los dos últimos apartados abordan la fructífera colaboración de Chanel y Picasso en dos producciones teatrales impulsadas por Cocteau: Antígona y El tren azul. Cocteau adaptó la obra de Sófocles, que estrenó con decorados y máscaras de Picasso y vestuario de Chanel, mostrando así su común inspiración en la Grecia clásica, mientras El tren azul, ballet producido por Diághilev en 1924 con libreto de Cocteau, se inspiró en el deporte y la moda de baño.
El director del museo explicó que Picasso y Chanel “se conocieron en la primavera de 1917 a través de Cocteau o Misia Sert, cuando el pintor era ya un artista consagrado y rico. Había alcanzado el éxito, y la moda formaba parte de su nuevo forma de vida, de un mundo ya muy alejado de la bohemia que vivió en sus primeros años en París”.
Desde entonces, Chanel, muy vinculada con el mundo artístico e intelectual del París de la época, frecuentó al matrimonio de artistas.
Entre las obras expuestas hay varias de enorme importancia en la trayectoria de Picasso, como Las bañistas, pintadas en Biarritz en 1918, y el Dos mujeres corriendo por la playa (La carrera), de 1922. La exposición se podrá ver en Madrid hasta el 15 de enero de 2023.