Ciudad de México. La última estrategia para proteger a la vaquita marina, que busca inhibir la pesca ilegal en su único hábitat, enfrenta dificultades, relacionadas con la falta de tecnología de las autoridades para detectar las redes agalleras ilegales que se espera queden enganchadas en alguno de los 193 bloques de concreto sembrados y las complicaciones para bucear por la fuerza de la marea en la zona cero del Alto Golfo de California.
Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica, señaló lo anterior con base en un análisis de la manifestación de impacto ambiental (MIA) del proyecto de la Secretaría de Marina (Semar), sobre la cual –dijo- “hay muchas dudas” y la principal preocupación es que las redes retenidas en los ganchos de los bloques se “vuelvan una trampa” para otras especies, incluyendo alguno de los diez ejemplares de la vaquita marina que aún sobreviven.
De acuerdo con la MIA, el proyecto que contempla en los en 225 kilómetros del polígono de protección del mamífero marino frente al puerto de San Felipe, Baja California, genera impactos como la “resuspensión de sedimentos y el aplastamiento de algunos organismos betónicos”, siendo la generación de residuos de redes de pesca el “impacto más preocupante y con mayor duración”.
La Semar presentó un programa de recuperación de redes, sin embargo las medidas son insuficientes para mitigar las afectaciones de estos desechos, indica el documento.
Respecto a la detección de tramos de malla de redes que hayan quedado atrapados en los bloques, la MIA apunta que se requiere “establecer fechas puntuales y no mayores a una semana entre muestreos”, ya que las vaquitas marinas y otros organismos podrían enmallarse en los residuos de las redes tipo chinchorro utilizadas para la pesca furtiva de totoaba, la cual es cotizada en miles de dólares en el mercado chino.
En el caso del empleo de ecosondas por parte de la Semar, se considera que “no tiene la suficiente resolución para detectar objetos del calibre de las redes que se pretenden identificar”, por lo que sólo se podría detectar la posición de los bloques.
Olivera agregó en entrevista que el programa de remoción y manejo de redes –considerado de la mayor relevancia para asegurar el éxito del proyecto-, también implica la contratación de buzos almejeros, pero en el Alto Golfo de California “es un lugar complicado para bucear, con corrientes muy fuertes y visibilidad escasa. No ha quedado claro cuánto tiempo les va a llevar revisar los 193 bloques de concreto y por cuánto tiempo”.
“La extracción de redes, una vez localizadas, se debe realizar de forma segura y eficiente durante periodos de marea muerta… por lo que será necesario establecer un programa de extracción sistemático, apunta la MIA.
“La única forma de garantizar la supervivencia de la vaquita marina es que no haya ninguna panga en su hábitat, en la Zona de Cero Tolerancia”, subrayó el especialista al señalar que las acciones de la Semar son sólo “medidas disuasorias”.