Ciudad de México. No hay evidencia de que los incrementos al salario mínimo impulsados por la actual administración estén teniendo un efecto importante en la inflación de la actual coyuntura. Si lo hay es apenas marginal y ceder en esta política para no agregar más presiones al avance de precios “sería una medida de precaución bastante conservadora”, explicaron especialistas.
En su más reciente informe trimestral, el Banco de México (BdeM) reporta que las presiones salariales se volvieron un foco rojo para la inflación, un cambio repentino que no se había registrado al menos en la última década. Sin embargo, esta presión viene más dada por los avances del salario base de cotización de los trabajadores formales, que son menos de la mitad en el mercado laboral del país.
Detalla que desde junio de 2021, el incremento al salario base de cotización para trabajadores formales aceleró, y con ello alcanzó niveles no observados desde finales de 2001. El banco central –responsable de contener la inflación– considera que, además de la reforma a la subcontratación, un factor que “pudiera contribuir” a este avance son las alzas al salario mínimo registradas desde 2019.
La semana pasada, durante la presentación de nuevas medidas para contener la carestía en alimentos, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró que el incremento al salario mínimo del próximo año está atado al curso de la inflación, la cual escaló a 8.7 por ciento durante septiembre, de acuerdo con lo reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
“Si notamos que podemos bajar la inflación, si hay una tendencia a la baja, ya podemos empezar el análisis sobre el aumento (al salario mínimo). El monto, más que nada, porque sí va a haber aumento, pero el monto, que tenga que ver con justicia y al mismo tiempo que no nos vaya a agravar la inflación, porque no se trata de decir: tanto más, y nos aumenta la inflación”, dijo López Obrador en su conferencia diaria.
Una de la políticas centrales de la actual administración ha sido el incremento al salario mínimo, un indicador que no sólo impacta directamente a los trabajadores que lo reciben, sino también es marco para las revisiones salariales contractuales; en el cuarto Informe de gobierno de López Obrador se reporta que de 2019 y 2022 avanzó 65.1 por ciento en términos reales.
Riesgos limitados
Frenar esta política para evitar un impacto en la inflación “sería una medida de precaución bastante conservadora”, dado que hasta ahora diversas investigaciones no encuentran un efecto entre el incremento del salario mínimo y el aumento de precios; “y si lo hubo, fue muy limitado”, explica Katia Guzmán, coordinadora de datos de México, ¿cómo vamos?
En su más reciente reporte trimestral, el BdeM señala las presiones salariales como un foco rojo para la inflación, consigna que en ese periodo de referencia, abril a junio de 2022, el salario promedio en el país incrementó 8.5 por ciento a tasa anual, mientras el de trabajadores formales los hizo en 11 por ciento, ambos por encima del trimestre previo, enero a marzo del mismo año.
Guzmán explica que el incremento en el ingreso laboral promedio en el país significa “relativamente buenas noticias”, porque al ajustarse los sueldo a la magnitud de la tasa de inflación, no se está poniendo tan en riesgo el poder adquisitivo de los trabajadores.
Abraham Aparicio Cabrera, profesor-investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, coincide en que los aumentos al salario mínimo “realmente no han tenido un efecto en la inflación”, dado que esta última, tanto en México como el mundo, se debe a los cuellos de botella en la producción que dejó la pandemia y a la guerra entre Rusia y Ucrania.
En los estudios que el Fondo Monetario Internacional publicó a propósito de sus reuniones anuales con el Banco Mundial, considera que, “hasta ahora”, a nivel mundial “los riesgos de una espiral (inflación-salarios) son limitados” y agrega: “Tres factores están trabajando juntos para contener los riesgos: los choques subyacentes a la inflación provienen de fuera del mercado laboral, la caída de los salarios reales está ayudando a reducir las presiones sobre los precios y los bancos centrales están endureciendo agresivamente la política monetaria”.
Por su parte, Rodolfo de la Torre, director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), detalla que el incremento en salarios mínimos no ha tenido una consecuencia importante en la inflación, “puede pasar que en algunos sectores, donde la productividad no permite subir los salarios, tenga un efecto”, pero no han permeado al resto de la planta laboral, haciendo que se disparen las remuneraciones, explica.
Beneficio a trabajadores
Sin embargo, el impacto limitado “no es de una vez y para siempre, puede cambiar” si se dan incrementos que no pueda cubrir la productividad. “No parece que hayamos llegado a ese límite, pero en la medida que nos acerquemos, sí corremos el riesgo de que incrementos desproporcionados del mínimo se conviertan en una fuente de inflación, desempleo, informalidad y otros efectos negativos”, advirtió el investigador del CEEY.
Dada la coyuntura, si no se puede promover un incremento a los salarios mínimos similar a los que se venían registrando, lo más recomendable es que por lo menos sea por encima de la inflación, para proteger el poder adquisitivo de los ingresos laborales, explica Guzmán.
Aparicio Cabrera reitera que en general no hay un efecto sobre los precios a raíz de aumentar la remuneración base; luego concede: “puede haber cierta razón, pero todo parece indicar que la afectación sería mínima; en cambio, el beneficio sería mucho para los trabajadores”.